Washington, en coordinación con Londres, sancionó la semana pasada a dos de los mayores productores y exportadores de petróleo de Rusia: Gazprom Neft, la tercera mayor petrolera del país, y Surgutneftegaz, otra destacada compañía del sector energético, además de dos docenas de filiales y 183 barcos de la flota rusa en la sombra.
"Apuntar a 183 petroleros rusos y a dos compañías clave es un paso serio, especialmente porque -a diferencia de sanciones similares de la Unión Europea y el Reino Unido- amenaza con sanciones secundarias contra aquellas compañías que traten con ellos de alguna manera", dijo este miércoles a EFE Andrí Klimenko, del Instituto del Mar Negro para Estudios Estratégicos.
Sin embargo, advirtió en contra de un excesivo optimismo sobre su eventual impacto en los ingresos del comercio de petróleo ruso, estimados en 193.000 millones de dólares en 2024 por el Instituto KSE, un centro de estudios de la Escuela de Economía de Kiev.
"Nadie puede predecir con exactitud el efecto global (de la medida) debido al gran número de petroleros y empresas afectados. Rusia también intentará contrarrestarlas. Se necesitan otras medidas más decisivas", sostuvo.
Un paso positivo, pero aún queda mucho por hacer
Según Andrí Yermak, jefe de la Oficina Presidencial de Volodímir Zelenski y copresidente del Grupo McFaul-Yermak de expertos en sanciones contra Ucrania, la clave para poner fin a la guerra en Ucrania es limitar el precio de las exportaciones de petróleo ruso a 30 dólares por barril y velar por su estricta aplicación.
Incluso a un precio más bajo, Rusia seguirá exportando petróleo, lo que no provocará cambios drásticos en la oferta mundial, según él.
Pero una caída importante de los ingresos petroleros -responsables de más del 30 % de los ingresos del Estado ruso y fuente clave de divisas- disminuiría su capacidad para cubrir sus gastos de guerra y para comprar en el extranjero equipos militares, subrayó.
El cumplimiento no está garantizado
Las últimas sanciones podrían suponer una importante baza para el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, si inicia pronto conversaciones con su homólogo ruso, Vladímir Putin, señala Klimenko.
Sin embargo, aunque podrían socavar el volumen de las exportaciones de petróleo ruso, Klimenko se muestra escéptico sobre la capacidad de hacer cumplir el límite de precios, a juzgar por cómo Rusia lo ha eludido sistemáticamente durante años.
"Sencillamente, no veo forma de controlar eficazmente los flujos financieros", subrayó.
Los propietarios de los buques también intentarán por todos los medios que se levanten las sanciones basándose en tecnicismos.
Alrededor de una quinta parte de los 156 petroleros sancionados anteriormente han permanecido activos, según el Instituto KSE, impulsados por la demanda de la India, China y Turquía.
Además, es probable que Rusia intente interrumpir el suministro mundial de petróleo para hacer subir los precios y compensar sus posibles pérdidas, señaló Klimenko.
El experto apuntó a las informaciones de que Rusia estudiaría enviar armas avanzadas a los rebeldes hutíes del Yemen que atacan petroleros en el mar Rojo.
Rusia también podría limitar el tránsito de petróleo kazajo a Europa a través de su terminal de Novorossiysk en el mar Negro.
"Realmente espero que nuestros socios y otros países se estén preparando para este escenario y aumenten el suministro de petróleo para contrarrestar el uso del petróleo como arma por parte de Rusia», explicó.
Medidas más decisivas
Según Klimenko, medidas más decisivas, como restricciones al paso de petroleros con crudo ruso por el mar Báltico, podrían ser más eficaces que las sanciones y los intentos de imponer un tope de precios.
Esto estaría justificado en tiempos de guerra, subrayó, señalando que la invasión de Ucrania durará mientras Rusia pueda continuar con sus lucrativas exportaciones de petróleo.
La decisión de ocho países -Finlandia, Polonia, Dinamarca, Suecia, Alemania, Estonia, Lituania y Letonia- de reforzar la seguridad en el mar Báltico, tras una serie de incidentes con cables submarinos, así como el reconocimiento explícito de que los petroleros rusos amenazan la seguridad marítima y medioambiental, es un paso en la buena dirección.
"Espero que esto reduzca el número de petroleros que transportan el petróleo ruso manchado de sangre", afirmó Klimenko.