“En el pesebre, representamos a los Magos con características que abarcan todas las edades y todas las razas -un joven, un adulto, un anciano, con los rasgos físicos de los diversos pueblos de la tierra, para recordarnos que Dios busca a todos, siempre”, dijo el pontífice, que entró al templo en silla de ruedas y presidió sentado la misa, que cierra las celebraciones de Navidad del papa en el Vaticano, reportó EFE.
“Cuánto bien nos hace hoy meditar sobre esto, en un mundo donde las personas y las naciones, aunque dotadas de medios de comunicación cada vez más poderosos, parecen estar menos dispuestas a entenderse, aceptarse y encontrarse en su diversidad”, añadió Francisco, en una ceremonia donde asistieron unas 5.000 personas, entre religiosos y feligreses, acompañada por las melodías del coro y del órgano.
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Con todo, el papa apeló “a poner fin a cualquier forma de preferencia, marginación o rechazó de las personas”, y a promover “una fuerte cultura de la acogida en la que los cerrojos del miedo y del rechazo sean reemplazados por los espacios abiertos del encuentro, de la integración y del compartir“, que definió como “lugares seguros donde todos puedan encontrar calor y refugio”.
“La estrella, que en el cielo ofrece su luz a todos, nos recuerda que Dios, haciéndose hombre, viene al mundo para encontrarse con todo hombre y mujer de la tierra, sin importar la etnia, la lengua o el pueblo al que pertenezcan”, aseveró el papa.
“Por eso la estrella está en el cielo. No para permanecer lejana e inalcanzable, sino para que su luz sea visible a todos, para que llegue a cada casa y rompa todas las barreras, llevando esperanza hasta los rincones más remotos y olvidados del planeta”, agregó el papa.