Esto supone un riesgo para la salud de los floristas, pero no para los consumidores, que no manipulan las flores durante períodos prolongados, ni para los agricultores, pues suelen estar bien protegidos cuando aplican los pesticidas.
El análisis fue llevado a cabo después de que el pasado mes de octubre en la vecina Francia, Laure Marivain se convirtiera en la primera víctima de los pesticidas presentes en las flores oficialmente indemnizada en su país, explica la RTBF.
La hija de esta florista falleció debido a una leucemia, enfermedad relacionada con el hecho de que Marivain hubiera manipulado durante años y sin guantes flores tratadas, lo que generó una contaminación durante su embarazo.
"Para medir la magnitud del problema (en Bélgica), analizamos en laboratorio diferentes flores: rosas 'bio' belgas, crisantemos de un florista local y rosas etíopes de supermercados. Los resultados son alarmantes", señala el canal, que realizó la investigación en el marco de la emisión "No somos ingenuos" ("On n'est pas des pigeons").
Las rosas belgas denominadas "bio" contienen 15 sustancias activas, de las cuales 2 están prohibidas, mientras que las rosas etíopes presentan 21 sustancias, 4 de las cuales están prohibidas en Europa.
"Estos productos, con efectos potencialmente cancerígenos, representan una amenaza para la salud de los floristas", explica a la cadena pública el profesor emérito en agronomía de la Universidad de Lieja, Bruno Schiffers, quien agrega que el riesgo para los floristas es más alto que para los agricultores porque estos están mejor protegidos durante la aplicación de los pesticidas.
En cambio, muchos floristas no son conscientes del problema y trabajan sin guantes por razones prácticas, agrega el experto, quien realizó estudios similares hace cinco años con resultados análogos.
A estos se les recomienda usar guantes o lavarse cuidadosamente las manos y los brazos después de cada manipulación.
El problema afecta también a las rosas "bio" belgas, que se supone deberían estar cultivadas con prácticas más sostenibles y saludables, pero cuya catalogación los expertos denuncian como "ecopostureo" pues "las certificaciones actuales no garantizan ni la ausencia de pesticidas ni el cumplimiento de un riguroso pliego de condiciones".