El complejo sistema electoral irlandés, clave para abordar los pactos de gobierno

Dublín, 30 nov (EFE).- El electorado irlandés dispone de un sistema de representación proporcional con transferencia de voto, unos de los más complejos del mundo, que ralentiza el recuento de sufragios y dificulta las mayorías absolutas.

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Así ha sido durante casi un siglo de bipartidismo -desde la creación de este país-, en el que el centrista Fianna Fáil (FF) y el democristiano Fine Gael (FG) se han repartido el poder con el apoyo de partidos minoritarios, y que ahora les disputa el izquierdista Sinn Féin (SF), antiguo brazo político del ya inactivo IRA.

Los tres partidos presentan en un empate técnico tras los comicios generales del viernes, por lo que la manera en la que cada elector ha distribuido sus preferencias en la papeleta será decisiva para determinar quién ha ganado al final del recuento, que arrancó este sábado.

Según una encuesta a pie de urna divulgada por varios medios tras el cierre de los colegios, el SF de Mary Lou McDonald obtuvo el 21,1 % de votos, frente al 20 % y 19,5 % del FG del primer ministro, Simon Harris, y del FF de Micheál Martin, respectivamente.

Los pactos

Centristas y democristianos rechazan al SF como socio en un futuro Ejecutivo, al tiempo que no descartan reeditar la histórica coalición de la anterior legislatura, en la que también entraron los Verdes.

McDonald, por su parte, ha asegurado que buscará apoyos en el espacio progresista, una vía que no le funcionó tras los comicios de 2020, cuando ya fue el más votado, pero se quedó a un escaño de Martin en virtud de la transferencia de sufragios, que vuelve a ser clave ahora.

Muchos votantes del, por ejemplo, SF darán sus siguientes preferencias a otros candidatos de izquierdas o, incluso del FF, pues ambos comparten orígenes republicanos, pero rara vez se decantarán por los democristianos del FG, a los que sitúan entre las clases más privilegiadas.

En este sentido, el citado sondeo indica que el 34 % de los votantes quieren que McDonald sea el próximo 'taoiseach' (primer ministro), frente al 35 % que apuesta por Martin y el 27 % por Simon, en línea con su caída de popularidad durante la campaña.

Por contra, los votantes del FF y FG prefieren repartir sus preferencias entre ambos o entre formaciones más moderadas.

Los tres líderes también podrían mirar al bloque de los independientes, que obtiene el 14,6 % de votos, mientras que formaciones como el Partido Laborista, el Social Demócrata y Verdes reciben el 5 %, el 5,8 % y el 4 %, respectivamente, y se postulan como posibles socios.

¿Cómo funciona el sistema electoral?

Cada una de las 43 circunscripciones irlandesas designa, según su tamaño y densidad de población, entre tres y cinco diputados a la Cámara Baja de Dublín (Dáil), compuesta por 174 escaños.

El votante recibe una papeleta con la lista de candidatos, enumerados por orden alfabético, en la que debe señalar la casilla de su favorito con el número "1".

Si lo desea, puede designar a un segundo candidato con el número "2" y así sucesivamente, de manera que su voto podrá ser utilizado, según las normas de transferencias, tantas veces como sea necesario.

Para resultar elegido, el candidato debe alcanzar una cuota o mínimo de votos necesarios que garanticen la elección.

Cada circunscripción tiene su propia cuota, que se calcula mediante una fórmula que divide el número total de votos válidos entre el número de escaños más uno y a cuyo resultado se le suma también uno.

Si ninguno ha alcanzado la cuota necesaria en el primer recuento, el candidato menos votado queda eliminado y sus votos se transfieren a los indicados como segunda preferencia.

También puede pasar que en el primer recuento un candidato obtenga más votos de los necesarios para ser elegido. En ese caso, el exceso se separa y se agrupa en pilas según la segunda preferencia.

Cada candidato restante recibe un número proporcional de transferencias, mediante unas fórmulas establecidas.

El recuento de votos continúa hasta que todos los escaños se hayan adjudicado mediante este sistema, pero si se llega a una situación en la que el número de candidatos restantes -es decir, los no eliminados y los que no han obtenido un número suficiente de votos- iguala el de escaños vacantes, quedan elegidos aunque no hayan alcanzado la cuota.

El objetivo de este sistema es garantizar a los electores que cada voto cuenta y no se desperdicia porque su candidato favorito no haya sido elegido.

Por ello, el resultado final de cada partido dependerá de su capacidad para atraer sufragios de votantes de otros partidos y unas formaciones son más atractivas que otras.

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