Rusia confirmó el jueves que, en respuesta a bombardeos ucranianos con proyectiles occidentales, disparó su nuevo misil “Oreshnik” de medio alcance (hasta 5.500 km) contra un emplazamiento militar en Dnipró, en el centro-este de Ucrania.
Putin ordenó el viernes iniciar la producción en serie de este artefacto con capacidad nuclear y seguir realizando “pruebas” con él, “incluso en condiciones de combate, en función de la situación y la índole de las amenazas para la seguridad” de Rusia.
Tras el anuncio de Putin, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, reclamó a sus aliados la entrega de nuevos sistemas de defensa antiaérea “que pueden proteger vidas ante los nuevos riesgos”.
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Ucrania está equipada con sistemas Patriot estadounidenses -con los que afirma haber interceptado ya varios misiles hipersónicos Kinjal calificados de “invencibles” por el Kremlin- y su equivalente franco-italiano, Samp/T, pero en número demasiado reducido para proteger todas sus ciudades.
Sin embargo, Rusia sostiene que con el Oreshnik dispone de un artefacto imposible de interceptar y capaz de alcanzar todos los países de Europa.
Un alto funcionario estadounidense restó importancia a la amenaza que supone el nuevo misil ruso.
“Se trata de un arma experimental de la que Rusia dispone de un número limitado y que no está en condiciones de desplegar regularmente en el campo de batalla”, declaró bajo condición de anonimato.