“Hay un riesgo político de tomar una decisión de ese calado. Un acuerdo con un bloque de países tan importantes como el del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay) sin el acuerdo de un país central en Europa como es Francia sería una falta política de la señora Von der Leyen”, dijo en una entrevista a EFE la ministra francesa de Comercio, Sophie Primas.
La UE y el Mercosur engloban juntos un mercado de casi 800 millones de habitantes.
Se trataría, abundó, de un error que repercutiría negativamente “en la estabilidad y a la cohesión de Europa”. “Viendo cómo es la situación política en Francia o en Alemania, más vale que trabajemos en favor de la unión”, incidió.
Primas, antigua senadora del conservador Los Republicanos teme que este pacto UE-Mercosur, al que se opone prácticamente toda la clase política francesa (de la extrema izquierda a la ultraderecha, pasando por el centro liberal) y que los agricultores franceses usan como emblema de su descontento en las protestas de los últimos días, acabe por aprobarse si se escinde en dos.
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En ese caso, por un lado iría la parte de las inversiones y por otro la del comercio, lo que evitaría el derecho de veto de Francia, que tendría que aliarse a más países para bloquearlo.
Si dos potencias europeas como Alemania y España son favorables al mismo, París busca socios para contrarrestar su aprobación. “Tenemos todavía varios países por convencer y trabajo por hacer, buscando una minoría de bloqueo”, explicó Primas, quien prefirió no desvelar qué países son más proclives a unirse a Francia.
En la entrevista, la ministra dejó claro que su Gobierno, formado por una coalición de conservadores y macronistas bajo el mando del antiguo comisario europeo Michel Barnier, es favorable a los acuerdos de libre comercio, pero no a cualquier precio.
La titular de Comercio puso como ejemplo la manera en la que la carne de vacuno se cría en Europa o en Argentina y Brasil, aunque aclarando que no pone en entredicho la calidad de la carne procedente de estos dos países.
En la UE “no permitimos las hormonas de crecimiento, por lo que hay que esperar hasta tres años para que (los animales) estén listos (para el consumo). Así pierdes un tercio de competitividad”, respecto a países del Mercosur que tardan solo dos años en tener al animal listo para sacrificarlo, indicó la ministra.
“Ese es un ejemplo que ilustra muy bien (lo que Francia piensa). En ningún momento estoy juzgando la calidad de la carne sudamericana. Solo que nosotros imponemos a nuestros agricultores condiciones de crianza muy diferentes”, señaló.