Suramérica enfrenta una de las peores olas de incendios en los últimos años

Suramérica pasa por una de las peores épocas de sequía en los últimos meses, lo que ha generado las condiciones propicias para la generación y propagación de múltiples incendios en la región, en especial en la Amazonía, con un reporte de al menos 350.370 fuegos forestales.

Combo de fotografías de archivo que muestra un bombero trabajando en apagar un incendio en Bolivia (i-arriba), fotografía con un dron de un incendio en una zona de la Amazonía, Brasil (arriba-d), residentes ayudan a mitigar el fuego en Quito, Ecuador (i-abajo) y la contaminación en la ciudad por los incendios en Asunción, Paraguay.Luis Gandarillas/ Sebastiao Moreira/ José Jacome/ Juan Pablo Pino
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Fuertes vientos y más sequía. Según el Instituto Brasileño de Investigación Espacial (INPE), los incendios registrados en lo que va de 2024 han sido los peores de los últimos 15 años la región, superando a los reportados en 2023 (344.391).

En el caso de Brasil, se han registrado 128.000 focos de incendio entre agosto y lo que va de septiembre y un total de 11,9 millones de hectáreas han sido devastadas por las llamas en los primeros ocho meses de este año, de las cuales la mitad son en la Amazonía.

Según la plataforma científica Mapbiomas, el 70 % de las áreas quemadas corresponden a vegetación nativa, principalmente en formaciones campestres.

Los incendios desatados entre junio y agosto en la Amazonía brasileña emitieron 31,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente, un volumen 60 % superior al registrado en el mismo período del año pasado.

Además, la sequía ha reducido al mínimo los caudales de varios ríos importantes en la Amazonía, dejando a comunidades rurales aisladas y causando dificultades en el tránsito de personas y mercancías, que en la región dependen del transporte fluvial.

Bolivia ya ha perdido más de 3,8 millones de hectáreas de bosques y pastizales en zonas que albergan la mayor biodiversidad del país, lo que llevó a la declaratoria de la “emergencia nacional”.

Esta situación también tiene en riesgo la supervivencia de 34 pueblos indígenas en las regiones de Santa Cruz (oriental) y Beni (amazónica), dijo a EFE Miguel Vargas, director del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis).

El Gobierno de Perú anunció que declarará en emergencia las regiones de San Martín, Ucayali y Amazonas para facilitar las labores de mitigación de los incendios forestales, que en el caso de la última es “difícil” que ingresen las aeronaves para apagar el fuego desde el aire por las complicadas condiciones atmosféricas.

Según el Instituto Nacional de Defensa Civil, Perú tiene 34 incendios activos y 21 controlados, de un total de 234 incendios registrados en lo que va del año, mientras que las víctimas se elevaron a 16 fallecidos y 140 heridos.

En Colombia, más de 19.430 hectáreas de bosques han sido arrasadas por 23 incendios, informó la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), que aseguró que “la situación no está fuera de control”.

Las autoridades han destinado el envío de helicópteros con el sistema Bambi Bucket y aeronaves con el sistema Guardian Caylym de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), el Ejército y la Policía para combatir las llamas.

“Varios de estos incendios no se van a apagar en cuestión de días, lo importante es asegurar que se proteja la vida de los ciudadanos y sus propiedades”, dijo el director de la UNGRD, Carlos Carrillo.

En Argentina, los focos de fuego activos son pocos pero persiste el riesgo de nuevos incendios, como los que afectaron distintas partes del país en las provincias de Salta y La Rioja, en el noroeste, y Santa Fe (centro), o la provincia de Córdoba (centro), donde este año se han registrado 1.500 incendios forestales y rurales, dejando más de 30.000 hectáreas afectadas.

Mientras que la Coordinadora de Derechos Humanos de Paraguay (Codehupy) pidió que se declare “en estado de emergencia” al Chaco paraguayo, ante la falta de agua potable, las sequías, quemas e inundaciones cíclicas en esa zona, y que se sancione una ley de deforestación cero para la región occidental del país.

Desde inicio de año en Ecuador han ardido más de 34.000 hectáreas, la gran mayoría de ellas (77 %) desde agosto, cuando se recrudeció la época seca en la sierra de los Andes y comenzaron los incendios.

El peor incendio hasta el momento se dio en la sureña provincia andina de Loja, donde las llamas devoraron más de 6.000 hectáreas de cobertura vegetal, pajonal y bosque de pino, en una emergencia que pudo ser extinguida gracias en buena parte a dos aviones y dos helicópteros enviados por Perú.

Hasta el momento se registran once personas heridas, 227 personas damnificadas y 366 personas afectadas, además de cuatro viviendas destruidas y más de 44.000 animales muertos.

La sequía también ha llevado a una nueva crisis energética en Ecuador al afectar a sus principales centrales hidroeléctricas, sin agua suficiente para abastecer la demanda interna, por lo que el Gobierno ha decretado apagones a nivel nacional de ocho horas en las noches que comenzarán este miércoles.

Chile vivió el pasado febrero la ola de incendios más mortífera de su historia, que dejó 137 muertos en la región central de Valparaíso y está considerada la peor tragedia desde el terremoto de 2010.

El 2024 fue el año más mortífero desde que se tienen registros, pero la superficie quemada fue considerablemente inferior comparada con otros años (72.000 hectáreas). Los incendios de 2017 y 2023 son hasta ahora los más devastadores, con cerca de 570.000 y 430.000 hectáreas quemadas, respectivamente.

Quemas fuera de control

En varias regiones es común que por esta época se realicen quemas o ‘chaqueos’ para “preparar” la tierra para las agricultura y la ganadería. Esta práctica, agravada por la sequía y los fuertes vientos, es considerada como una de las causas de los incendios en Suramérica.

Muchas de estas quemas se salen de control y se extienden rápidamente a otras áreas, por lo que en Brasil se prohibió el uso y manejo del fuego durante el periodo de sequía y en Bolivia, donde esta práctica es legal, se suspendieron.

Asimismo, la deforestación y la tala ilegal están acabando con los bosques y dejando tierras zonas propicias para la propagación de incendios y afectando el caudal de ríos y lagunas.

También, las autoridades de casi la totalidad de las zonas afectadas en la región, coinciden en que la mayoría de los incendios han sido causados por acciones humanas como las quemas, el mal manejo de residuos altamente contaminantes y actividades recreativas como fogatas o acampadas.

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