El presidente francés no realizará un anunció hoy, según avanzaron fuentes del Elíseo, lo que cerró una jornada frenética de especulaciones con nombres y discusiones sobre sus posibilidades de recibir el encargo de formar Gobierno.
A los hipotéticos candidatos ya conocidos -el exprimer ministro socialista Bernard Cazeneuve y el conservador Xavier Bertrand, presidente de la región de Altos de Francia- se añadieron este miércoles otros dos potenciales candidatos.
Se trata del alcalde de Cannes, David Lisnard (presidente de la Asociación de Alcaldes de Francia), y del exministro y excomisario europeo Michel Barnier, ambos conservadores.
Por su parte, la hipótesis barajada el lunes de Thierry Beaudet, presidente del Consejo Económico, Social y Medioambiental, para encabezar un Ejecutivo técnico, parece ya descartada.
Macron habló en la noche del martes con la líder ultraderechista Marine Le Pen, quien le dejó claro que su partido rechaza tanto a Bertrand como a Cazeneuve.
Este último tiene también el rechazo del bloque de izquierda, ya que aunque la coalición del Nuevo Frente Popular (NFP) debería ser su apoyo natural, Cazeneuve abandonó el Partido Socialista por sus pactos con el grupo más radical La Francia Insumisa (LFI).
El viernes próximo hará dos semanas que Macron comenzó las consultas con los grupos parlamentarios y los principales partidos políticos, un diálogo que hasta ahora lo único que han dejado claro es que el presidente rechaza nombrar a Lucie Castets, la candidata propuesta por el NFP.
Y el sábado se cumplirán dos meses desde la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas que Macron convocó contra la opinión de la mayoría de la clase política.
El Gobierno del primer ministro Gabriel Attal cumplió hoy 51 días en funciones, el segundo período más largo de la V República que instauró Charles de Gaulle en 1958.
Dos obstáculos: estabilidad y legado macronista
Pero pese al paso de los días, las consultas de Macron, que desde el martes son ya telefónicas y no con reuniones en el Elíseo, no logran solucionar dos problemas esenciales.
El primero es superar una fragmentación inédita en la Asamblea Nacional, que hace que las amenazas de moción de censura cruzadas que han anunciado ya los grupos parlamentarios frente a posibles primeros ministros conviertan su nombramiento en flor de un día.
Ningún bloque (ultraderecha, macronismo e izquierda) tiene mayoría ni está cerca de alcanzarla, pero esas amenazas cruzadas hacen imposible por ahora un pacto entre ellos. Solo parece probable un pacto entre los macronistas y los conservadores, algo que sería insuficiente para controlar la Asamblea Nacional.
Hay que tener en cuenta que el Gobierno debería aguantar al menos diez meses, ya que la Constitución francesa impide repetir elecciones legislativas en menos de un año.
El segundo gran obstáculo es que Macron busca que el nuevo Ejecutivo no estropee su legado al dar marcha atrás en algunas de las principales políticas que ha aplicado desde que llegó al poder en 2017, sobre todo la polémica reforma de las pensiones del año pasado y una fiscalidad más favorable para el capital y las empresas.
Estos últimos dos puntos son anatema para el bloque de izquierda, que ha prometido derogar la reforma de las pensiones y quiere subir los impuestos a los más ricos y a las grandes empresas para financiar su programa social.
"Lo que queremos es la derogación de la reforma de las pensiones", insistió este miércoles el secretario general del Partido Comunista, Fabien Roussel, en declaraciones a BFM.
"Nuestro objetivo es lograr que no haya un primer ministro de izquierda, políticas de izquierda", señaló por su parte el líder de los conservadores en el Senado, Bruno Retailleau, uno de los hombres que más hablan estos días con el presidente.