La defensa de un jardín o cómo preservar la esencia de Lisboa

LISBOA. El barrio de Campo de Ourique, en el centro histórico de Lisboa, es uno de los pocos que resisten a duras penas la gentrificación que vive la capital, donde la lucha de los vecinos por proteger una plaza con un jardín centenario se ha convertido en símbolo de la defensa de la esencia de la ciudad.

Vecinos del barrio de Campo de Ourique con cartas y juegos de mesa en el Jardim da Parada, pulmón y punto de encuentro de esta zona de Lisboa, donde las autoridades quieren construir una estación de metro, a lo que los residentes del área se oponen. El barrio de Campo de Ourique, en el centro histórico de Lisboa, es uno de los pocos que resisten a duras penas la gentrificación que vive la capital, donde la lucha de los vecinos por proteger una plaza con un jardín centenario se ha convertido en símbolo de la defensa de la esencia de la ciudad.Susana Samhan
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Lisboa está de moda con números récord de visitantes y esto ha hecho que áreas céntricas como Bairro Alto, Baixa Chiado o Alfama hayan cambiado su demografía debido a los pisos turísticos y a una población local cada vez más menguante.

Tortugas en el estanque del Jardim da Parada en el barrio de Campo de Ourique en Lisboa. Debajo de esta plaza ajardinada las autoridades quieren construir una estación de metro, a lo que los residentes del área se oponen.

Los vecinos de Campo de Ourique temen que les pase algo similar. Están volcando sus esfuerzos para preservar el Jardim da Parada, una plaza en pleno corazón del área, con estanque, vegetación, zona de juegos, cafetería y kiosko.

Estatua de la revolucionaria Maria da Fonte, instigadora de una revuelta popular en el siglo XIX en Portugal, junto a un cartel de protesta de los vecinos del barrio de Campo de Ourique en Lisboa contra la construcción de una estación de metro debajo del Jardim da Parada, pulmón y punto de encuentro de esta zona.

En el subsuelo está previsto que se construya a 30 metros de profundidad una estación de la línea roja de metro que, según los vecinos organizados en la plataforma ‘Salvar o Jardim da Parada”, va a poner en peligro su existencia.

La portera Susana Pinto Morais, de 43 años, la jubilada Margarida Vicente Silva, de 74, y el encargado de una casa de acogida Paulo Alexandre Henrique Martins, de 54, son miembros de esa plataforma y aseguraron a EFE que no están en contra del metro, sino contra la posible destrucción del pulmón y punto de encuentro del barrio.

“Todas las generaciones vienen aquí, desde niños muy pequeñitos, yo vengo aquí con mi bisnieta”, dijo Margarida.

La defensa de un jardín contra intereses inmobiliarios

Ella reside en Campo de Ourique desde hace 50 años y todavía recuerda cuando a esta plaza llegaban bibliotecas itinerantes y había un banco donde la gente se sentaba a leer en el perímetro de uno de los árboles.

Ahora está preocupada por quedarse sin el jardín por “intereses inmobiliarios” que desconocen, ya que afirman que las autoridades no les han aclarado el motivo por el que han elegido este punto.

Paulo detalló que han solicitado al Metropolitano de Lisboa los estudios realizados para ubicar la estación allí, pero les han remitido a la junta de freguesia de Campo de Ourique (una especie de junta municipal de distrito), que a su vez les ha dicho que el metro no les ha entregado ningún análisis.

Debajo de la plaza hay una capa freática con agua de la que beben los árboles, que no necesitan ser regados por este motivo, y que los vecinos creen que va a ser bombeada durante las obras.

La defensa de un jardín con peticiones de miles de firmas

En un documento enviado por la junta de freguesia a ‘Salvar o Jardim da Parada’ y elaborado por la Dirección Regional de la Conservación de la Naturaleza y Bosques de Lisboa y del Valle del Tajo se sostiene que el sistema de raíces de la arboleda no va resultar afectado porque la estación será construida a más de 20 metros de profundidad.

Fue en 2022 cuando la plaza apareció por primera vez en los planes de expansión del metro: “Ese día nos dijeron que las obras iban a comenzar en enero de 2023, luego fueron retrasadas a octubre de ese año, después a enero de 2024, luego para julio pasado y las últimas previsiones son enero de 2025″, precisó Susana.

En un intento de detener el inicio de las obras han hecho tres peticiones, una de ellas con unas 8.500 firmas; han acudido a la junta de freguesia, a la asamblea municipal de Lisboa, al Ayuntamiento y al Ministerio de Medio Ambiente sin éxito; e incluso han solicitado en dos ocasiones amparo cautelar a la Justicia, que ha sido rechazado. No descartan recurrir a la Unión Europea.

Según Margarida, se trata de una decisión política porque sospechan que “hay grandes intereses inmobiliarios” detrás.

Los alojamientos

“Hay barrios típicos en Lisboa como la Alfama que están completamente descaracterizados por los alojamientos turísticos”, lamentó.

En Campo de Ourique, la población ha ido cambiando con el paso de los años, al igual que otras zonas. Hace veinte años era un barrio envejecido, cuyos habitantes comenzaron a cambiar con la llegada de los extranjeros y los precios comenzaron a subir.

“Toda mi generación, que estudió en las escuelas de aquí, se ha acabado yendo a vivir a los suburbios, solo quedan dos o tres, se han ido a Almada y a Sintra” por la subida de los arrendamientos, indicó Susana, que es una de las pocas porteras que quedan en el área y lleva trabajando 17 años en el mismo edificio.

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