La sesión que tuvo lugar en Srinagar, la capital de la región de Cachemira controlada por India, marcó el 10º aniversario del Día Internacional del Yoga, una iniciativa de la ONU impulsada por el propio Modi.
Pero aunque el yoga no es en sí una práctica religiosa, tiene sus orígenes en la filosofía hindú y muchos habitantes de la Cachemira india, mayoritariamente de confesión musulmana, son indiferentes a esta práctica.
Miles de empleados públicos, profesores de escuela y estudiantes de toda Cachemira acudieron al acto, que un habitante de Srinagar consideró como una intrusión cultural.
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“Imponen el yoga a nuestros hijos para cambiar culturalmente a las próximas generaciones y controlar sus mentes”, dijo a la AFP, pidiendo no ser identificado por temor a represalias.
Tras la sesión, Modi instó a cientos de personas, entre ellas muchos policías y miembros de las fuerzas armadas que se encontraban a orillas del lago Dal, a que hicieran del yoga “parte de su vida cotidiana”.
“El yoga fomenta la fuerza, la buena salud y el bienestar”, dijo el primer ministro de 73 años.
En su década como primer ministro, Modi se ha forjado una imagen de ferviente defensor de la fe hindú mayoritaria en el país. Sus posturas preocupan a las minorías, incluida la comunidad musulmana de más de 200 millones de personas.