La iniciativa es promovida por el Bioparque Municipal Vesty Pakos, un centro de custodia de fauna silvestre ubicado en el sur de la ciudad.
El administrador del centro, el biólogo Omar Rocha, explicó a EFE que una de las funciones del bioparque es "rehabilitar" a los animales rescatados y derivados por otras entidades regionales o nacionales.
"En el caso de los cóndores tenemos una gran experiencia porque hemos recibido a muchos en malas condiciones, heridos, y aquí en el bioparque se hace un seguimiento de su situación de salud", sostuvo.
El bioparque tiene en marcha desde 2019 un programa de conservación del cóndor andino (Vultur gryphus) con procedimientos para rehabilitar a estas aves y para el manejo de las que ya no son aptas para la vida silvestre.
Según Rocha, estas acciones se coordinan con especialistas externos y además el centro está adherido al programa regional de conservación del cóndor andino.
'Kuntur Mallku'
El cóndor vive en la región altoandina suramericana, principalmente en las cordilleras. Es un ave monógama, longeva y es la más grande de Suramérica, con una envergadura alar de cerca de tres metros.
Su nombre deriva del quechua 'kuntur' y el de la familia a la que pertenece, Cathartidae, en griego significa los que limpian, lo que explica la "importante" función ecológica que cumple.
"Son limpiadores de carroña, de cadáveres en vida silvestre. Esto es muy importante porque son las únicas aves carroñeras que tienen esta función", destacó el experto.
El cóndor está catalogado como una especie vulnerable en Bolivia y recientemente la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) le dio la misma categoría.
Sus principales amenazas son la pérdida de su hábitat y el envenenamiento por el consumo de carne de otros animales intoxicados, como perros salvajes o zorros, una práctica común en las zonas rurales para proteger al ganado.
Rocha recordó la dramática muerte de 34 cóndores por envenenamiento en la región sureña de Tarija en 2021, tras la cual se impulsó la Ley Integral de Protección y Conservación del Cóndor Andino que rige desde noviembre de 2023.
En el bioparque actualmente hay doce cóndores, incluidos los que llegaron en la década de los años 1990, cuando todavía era un zoológico en el centro de La Paz.
Estas aves llevan mayormente nombres de montañas de la Cordillera de los Andes, como Condoriri, Illimani y Mururata, entre otros, y están distribuidas en el imponente Domo de Cóndores, el 'Mallkutapa' o nido de cóndores y el Aviario Mayor.
Vida y rehabilitación
Cuando un cóndor rescatado llega al bioparque, se le hace una evaluación preliminar tras la cual "se determina si es candidato a liberación", explicó a EFE el encargado del área de Conservación y Manejo de Fauna Silvestre del centro, Fortunato Choque.
"Hay casos en los que vienen con problemas como traumatismos, fracturas. Hemos tenido dos casos el año pasado entre abril y julio, donde han llegado con las alas fracturadas", lamentó.
Como el daño sufrido era irreversible, se les tuvo que amputar un ala para que sobrevivan y ahora son parte de la población del bioparque.
Los cóndores que llegan sin ninguna "alteración física evidente o visible" son candidatos a "reinserción" y su manejo es distinto, ya que deben permanecer completamente aislados y con "el menor contacto posible" con humanos, indicó Choque.
Según el veterinario, la rehabilitación se enfoca sobre todo en la alimentación, que se complementa con evaluaciones físicas periódicas y otros estudios.
Cuando el animal ya está recuperado, se informa al respecto al Ministerio de Medio Ambiente y Agua para que autorice su liberación.
Desde 2019, el bioparque rehabilitó y permitió la liberación de cinco cóndores, algunos rastreados aún mediante transmisores satelitales colocados para seguir sus desplazamientos.
A ellos se acaba de unir Pacha, una hembra de entre tres a cuatro años de edad hallada en marzo por campesinos cerca de un río en el municipio de Malla, en el Altiplano paceño.
Pacha estaba desnutrida y deshidratada cuando llegó al bioparque y es probable que cayera mientras volaba.
Según Choque, los cóndores tienen jerarquías para alimentarse en grupos y suelen relegar a los más jóvenes, que terminan comiendo sobras y se debilitan, lo que hace que se desplomen o que sean fáciles de capturar.
Tras dos meses en rehabilitación, la hembra retornó a su hábitat el sábado.