El Gobierno brasileño quiere capturar a dos peligrosos presos en fuga

BRASILIA. El ministro de Justicia de Brasil, Ricardo Lewandowski, garantizó este domingo que las autoridades han “ampliado” su “esfuerzo” y el número de agentes que participan en una operación para capturar a dos presos de “alta peligrosidad” fugados de una cárcel de máxima seguridad.

Policias salen de la cárcel federal de Mossoró, considerada de "máxima seguridad" y que sufrió la fuga de dos presos este miércoles 15 de febrero, en Mossoró (Brasil).Ney Douglas
audima

“Pese al relativamente largo tiempo desde la fuga”, ocurrida el pasado miércoles en el penal de Mossoró, en el noreste del país, “los organismos policiales están empeñados en la captura” y han “ampliado sus esfuerzos”, declaró el ministro en rueda de prensa.

Lewandowski se trasladó este domingo a Mossoró, en el estado de Río Grande do Norte y en cuyos alrededores ha sido desplegado un gran operativo policial con el objetivo de capturar a los fugados.

Inicialmente participaban unos 300 agentes, pero el ministro precisó que esa fuerza ha aumentado a 500 funcionarios.

Los agentes están desplegados en un radio de unos 15 kilómetros en torno al penal, en una espesa región boscosa en la que se presume que se ocultan los fugitivos.

El Gobierno brasileño quiere capturar a dos peligrosos presos en fuga

Esas fueron las primeras fugas registradas en una de las cinco cárceles federales de Brasil, todas de máxima seguridad y en las que son alojados los presos considerados de “alta peligrosidad”, en su mayoría miembros de organizaciones criminales.

Ambos prófugos pertenecen al ‘Comando Vermelho’, una poderosa banda del tráfico de drogas de Río de Janeiro, con tentáculos en varios países de Sudamérica.

La única pista hasta ahora ha sido la denuncia de una familia que vive en una zona rural próxima al presidio, que fue hecha rehén por los fugitivos durante unas horas, durante la noche de este viernes.

La fuga llevó a las autoridades a endurecer las condiciones de reclusión en los penales federales, en los que han sido suspendidas las visitas y se ha ordenado que los presos permanezcan dentro de sus celdas.

En Brasil, según datos oficiales, a fines del año pasado había 832.300 personas encarceladas, en un sistema penitenciario que sólo tiene capacidad para 600.000 detenidos, de los cuales unos 1.500 están recluidos en los penales federales.

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