Con la retirada de DeSantis, la única que queda enfrentada a Donald Trump en la contienda interna es la exembajadora ante la ONU Nikki Haley, cuya prueba de fuego, y quizás última oportunidad, será el próximo martes en las primarias clave de Nuevo Hampshire.
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El fracaso de DeSantis
Ron DeSantis, gobernador del llamado “estado del sol” desde 2019 y miembro del ala ultraconservadora de los republicanos, lanzó su campaña presidencial en mayo del año pasado, cuando las encuestas lo situaban como el único capaz de batir a Trump en las primarias.
Sin embargo, tras una campaña errática y con muchas dificultades para distinguirse del radicalismo del magnate neoyorquino, sus posibilidades se fueron desinflando a marchas forzadas hasta que hoy decidió tirar la toalla.
En la primera cita de las primarias, los caucus de Iowa del 15 de enero, Trump arrasó con el 51 % de los votos y DeSantis tuvo que contentarse con un segundo puesto (21 %), por delante de Haley (19 %).
Además, los pronósticos para el próximo duelo en Nuevo Hampshire eran mucho peores, con DeSantis muy rezagado en último lugar, por lo que el candidato se había rendido de hacer campaña en el estado.
“No tenemos un camino claro para la victoria. Por eso, hoy suspendo mi campaña”, explicó desde Florida el gobernador, quien admitió que la mayoría de los republicanos quiere “dar una segunda oportunidad a Donald Trump”.
De nada ha servido la “guerra cultural” que DeSantis enarbola en Florida contra la ideología ‘woke’ (progresismo) ni su oposición al cierre de negocios durante la pandemia de covid-19 ni su discurso antiinmigración, dado que Trump sigue siendo el líder “de facto” del partido.
Días atrás, el gobernador criticó el liderazgo personalista de Trump, a quien hay que "besar el anillo" para recibir sus favores.
Hoy, DeSantis le dio su respaldo público en las primarias. Con eso quiere evitar que vuelva a apoderarse del partido “la vieja guardia republicana” que, a su juicio, representa la candidatura moderada de Haley.
Trump contra Haley, el duelo definitivo
La campaña de Trump agradeció en un comunicado el respaldo del gobernador, mientras que el expresidente anunció que dejará de utilizar el apodo ‘DeSanctimonious’ (mojigato), con el que hasta ahora se burlaba de DeSantis.
Nikki Haley, por su parte, le deseó “lo mejor” y se erigió como la única rival a Trump que queda en pie: “Solo quedamos un hombre y una mujer”, declaró desde Nuevo Hampshire.
Por el camino han caído ya DeSantis, el empresario Vivek Ramaswamy, los exgobernadores Asa Hutchinson y Chris Christie; y el exvicepresidente Mike Pence, entre otros.
A diferencia de DeSantis, Haley se ha volcado en la campaña de Nuevo Hampshire, con la esperanza de que su perfil moderado y el apoyo que ha recibido del gobernador estatal, Chris Sununu, le permita plantarle cara a Trump.
No lo tendrá nada fácil. Una encuesta publicada este domingo por la CNN antes de la retirada del gobernador, daba el 50 % de los votos a Trump, el 39 % para Haley y el 6 % para DeSantis.
Además, según los analistas, los votantes de DeSantis tienen a Trump como segunda opción, así que la retirada del mandatario de Florida augura para el expresidente unos resultados todavía mejores de los esperados.
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Previendo que la batalla en Nuevo Hampshire iba a ser un duelo de dos, el fuego cruzado entre Trump y Haley se intensificó en los últimos días.
La exembajadora puso en cuestión que el expresidente esté “mentalmente apto” para volver al poder, después de que Trump confundió varias veces en un mitin a Nikki Haley con la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi.
Trump, por su parte, se ha burlado de las raíces indias de Haley y la ha descartado como su vicepresidenta en caso de regresar a la Casa Blanca.
Las elecciones presidenciales se celebrarán el 5 de noviembre, cuando el candidato republicano se enfrentará al actual presidente, Joe Biden, quien aspira a su reelección para un segundo mandato.