Hace un mes, Israel amanecía ante la peor tragedia de sus 75 años de historia.
Hace un mes, también, comenzaba el mes más sangriento de la vida de los 2,3 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza.
Desde aquel fatídico 7 de octubre, en el que milicianos del grupo islamista Hamás masacraron a más de 1.400 israelíes -la mayoría civiles- y tomaron más de 240 rehenes, la región vive sumergida en una pesadilla cuya magnitud no alcanza a medirse en números.
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Más de 9.700 palestinos muertos en Gaza, incluyendo 4.000 niños. Casi 25.000 heridos, sumados a los más de 5.000 en Israel. En torno a un millón y medio de desplazados internos en la Franja y 200.000 en Israel.
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Un mes de guerra entre Israel y Hamás: fosas comunes
Cifras sin precedentes, pero que no expresan lo que sí transmiten las fosas comunes atestadas de cadáveres en la Franja y los contenedores con cuerpos de civiles mutilados que se pudren mientras forenses israelíes aún intentan identificarlos.
“Este ataque terrorista representa un punto de inflexión para Israel”, opina en diálogo con EFE Miri Eisin, quien sirvió más de 20 años en la Inteligencia militar israelí y dirige el Instituto Internacional de Contraterrorismo de Israel.
“La masacre nos cambió completamente, tanto en cómo vemos a Hamás como en nuestro accionar militar. La destrucción de las capacidades de Hamás es la única alternativa y eso significa una campaña larga y dura”, agrega.
“Israel no ha vivido una guerra total a gran escala en 50 años”.
Para destruir a Hamás y quitarle el control de Gaza, Israel no solo ha bombardeado ferozmente el enclave durante 31 días seguidos sino que ha introducido también un importante número de tropas, que en menos de diez días ya lograron rodear la estratégica ciudad de Gaza y partir la Franja entre norte y sur.
Un mes de guerra entre Israel y Hamás: ataques sobre horpitales y escuelas
“Israel mismo ya ha admitido que esto va más allá de la autodefensa”, comenta a EFE Tahani Mustafa, analista palestina del International Crisis Group, que denuncia además que “los palestinos siguen siendo tratados como un problema a resolver y no como un pueblo con derechos y preocupaciones legítimos”.
Muchos de esos derechos, advierten múltiples organismos internacionales, han sido violados durante el último mes con los incesantes ataques sobre infraestructuras civiles en Gaza, incluyendo escuelas y hospitales, y el férreo asedio por parte de Israel, que tras el ataque de Hamás hace un mes bloqueó el ingreso de agua, comida, electricidad, insumos médicos y combustible, entre otras cosas.
“Pasado un mes parecería que nadie ha aprendido nada y quienes tienen la oportunidad de reencauzar la situación no parecen interesados en hacerlo”, considera Mustafa, quien cree además que lo único que ha dejado la guerra hasta el momento es “una catástrofe humanitaria gigante que aleja tanto el objetivo palestino de autodeterminación como el ideal israelí de seguridad”.
La analista destaca además la dimensión regional del conflicto, al que describe como “un punto de inflexión en Oriente Medio”.
Se refiere a la propagación de la violencia en Gaza a otros frentes, principalmente la frontera entre Israel y el Líbano, donde más de 80 personas han muerto en el último mes producto de los intercambios de fuego más graves desde la guerra con el grupo chií libanés Hizbulá en 2006.
Lo que ambas partes descartan
A esto se suman una serie de ataques hacia Israel desde el Yemen y un aumento significativo de la violencia en Cisjordania ocupada, que ya vivía su año más sangriento desde la Segunda Intifada (2000-2005) y donde desde el 7 de octubre han muerto más de 150 palestinos y dos israelíes.
Consultadas sobre la posibilidad de un cese de hostilidades en el corto plazo, ambas expertas lo descartan de plano.
“Para Israel, la idea de un alto el fuego es irrelevante, lo único que podríamos considerar son pausas humanitarias”, explica Eisin, que cree que la guerra con Hamás se puede prolongar durante meses debido a la decisión del Ejército de atacar por tierra en lugar de “eliminar” la Franja de Gaza desde el aire.
Mustafa, por su parte, menciona que el Gobierno israelí, integrado por partidos de derecha, ultraderecha y ultraortodoxos, no tiene la capacidad ni el interés de desescalar el conflicto y está aprovechando esta situación para perseguir otros objetivos políticos.