“El resurgimiento de los combates violentos desde el pasado 1 de octubre entre grupos armados en los territorios de Masisi, Rutshuru y Nyiragongo hace temer un mayor deterioro de la situación humanitaria”, señaló un informe de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) recogido anoche por los medios locales.
"Por el momento, 2,4 millones de personas están desplazadas en la provincia de Kivu del Norte, incluidas casi 950.000 en los territorios de Rutshuru, Masisi y Nyiragongo", añadió.
Según la OCHA, los combates del M23 este octubre han dejado al menos cinco civiles muertos y se quemaron las casas de varias localidades del territorio de Masisi.
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"El acceso a las zonas afectadas continúa siendo limitado para los trabajadores humanitarios debido a la inseguridad", lamentó el informe, que destacó el riesgo de que se expandan enfermedades como el cólera entre las poblaciones desplazadas.
El M23 empezó una fuerte ofensiva contra el Ejército congoleño en marzo de 2022 tras varios años de cierta inactividad, y avanzó con rapidez tomando numerosas áreas y localidades estratégicas en el este de la RDC.
Sin embargo, el grupo se retiró de algunas de esas zonas el pasado marzo, después de que los líderes de la Comunidad del Este de África (EAC, por sus siglas en inglés) exigiesen su repliegue en varias ocasiones.
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Sus combates han desencadenado una crisis diplomática en la que las autoridades congoleñas acusan a la vecina Ruanda de apoyar a los rebeldes, algo que Kigali niega rotundamente, pese que varios informes de la ONU lo confirmaron.
Al mismo tiempo, Ruanda y el M23 acusan al Ejército congoleño de cooperar con las rebeldes Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), fundadas en 2000 por cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses exiliados en RDC para recuperar el poder político en su país de origen.
Esa colaboración también ha sido confirmada por la ONU.