"Estoy escribiendo una segunda parte de Laudato Si', para actualizarla sobre los problemas del momento", dijo al recibir a una delegación de juristas de los Estados miembros del Consejo de Europa firmantes del Llamamiento de Viena.
Antes de su inesperado anuncio, Jorge Bergoglio explicó que él es "sensible al cuidado que prestáis a la Casa Común y a vuestro compromiso de participar en la elaboración de un marco normativo a favor de la protección del medio ambiente".
"No debemos olvidar nunca que las jóvenes generaciones tienen derecho a recibir de nosotros un mundo bello y habitable, y que esto nos inviste de serios deberes hacia la creación que hemos recibido de las manos generosas de Dios. Gracias por esta contribución. Estoy escribiendo una segunda parte de Laudato Si' para actualizarla con los problemas actuales", concluyó.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco se ha referido en numerosas ocasiones a la protección del medio ambiente. Es famosa su frase en la que cita el dicho de un anciano que le dijo: "Dios perdona siempre, los hombre a veces, la Tierra no perdona nunca".
La segunda encíclica escrita por el papa en su pontificado es también conocida como "encíclica verde" por estar dedicada al medio ambiente, se llama "Laudato si" (Alabado seas) por ser la frase inicial del Cántico de las Criaturas de san Francisco de Asís, nombre que eligió Bergoglio al ser elegido pontífice en 2013, un santo vinculado por los católicos a la paz, la pobreza y la protección de la Creación.
En su discurso ante los juristas, Francisco también recordó "el difícil contexto europeo actual, debido entre otras cosas a la guerra sin sentido en Ucrania", en el que sitúa el Llamamiento de Viena, que compromete a los Estados miembros del Consejo de Europa con el Estado de Derecho y la independencia del poder judicial.
"Os agradezco la importante contribución que hacéis a la promoción de la democracia y el respeto de la libertad y la dignidad humana" en un momento en el que "los tiempos de crisis social, económica, de identidad y de seguridad desafían a las democracias occidentales a responder con eficacia, manteniéndose pero siempre fieles a sus principios; principios que hay que reconquistar continuamente y cuya defensa exige una gran vigilancia".
Por eso, advirtió que "el miedo a los disturbios y la violencia, la perspectiva de romper el equilibrio establecido, la necesidad de actuar con eficacia ante las emergencias pueden llevar a la tentación de hacer excepciones, de limitar, al menos temporalmente, el Estado de derecho en la búsqueda de soluciones fáciles e inmediatas".