“A través de estas decisiones, los talibanes han vuelto a demostrar su indiferencia por el bienestar del pueblo afgano”, dijo en un comunicado el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.
Las restricciones de visado se aplicarán a cargos actuales y pasados, a miembros de grupos de seguridad no estatales y a otros individuos responsables de las recientes medidas represivas.
Además, también son susceptibles de sufrir estas restricciones los familiares de las personas sancionadas.
Desde la llegada al poder de los fundamentalistas hace un año y medio, las mujeres han experimentado cómo sus derechos se reducían en Afganistán con restricciones como la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.
En su comunicado, Blinken recuerda que las acciones de los talibanes han sacado de las aulas a más de un millón de mujeres y niñas afganas, “y a incontables mujeres de sus puestos de trabajo”.
La realidad que viven las afganas a día de hoy se asemeja cada vez más a la época del primer régimen de entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.