El portavoz de Naciones Unidas Stéphane Dujarric explicó este jueves que el equipo de la organización en Brasil ha estado siguiendo de cerca esta cuestión y ha mantenido contactos con el Ejecutivo para coordinar esa posible asistencia.
"Doce agencias de la ONU están preparando una propuesta para una respuesta integrada a la situación del pueblo yanomami, ofreciendo apoyo vital inmediato para dar respuesta a las necesidades de emergencia en esas comunidades", dijo el portavoz durante su conferencia de prensa diaria.
Esa respuesta, especificó, incluye iniciativas en el ámbito sanitario y de seguridad alimentaria, pero entre las prioridades está también dar respuesta a las amenazas ambientales, incluida la contaminación con mercurio de varios ríos de la región como consecuencia de la minería ilegal.
La semana pasada, el Gobierno brasileño declaró el estado de emergencia sanitaria en la reserva indígena Yanomami, la más grande de Brasil, ante la falta de atención médica a su población.
El presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, visitó inmediatamente la zona y calificó la situación de este pueblo de "genocidio" y "crimen premeditado", del que responsabilizó de forma implícita a la Administración de Jair Bolsonaro (2019-2022).
"Más que una crisis humanitaria, lo que vi en Roraima fue un genocidio. Un crimen premeditado contra los yanomamis, cometido por un Gobierno insensible al sufrimiento del pueblo brasileño", indicó el mandatario el domingo pasado en sus redes sociales.
En este contexto, el Gobierno ordenó la apertura de una investigación por un posible delito de "genocidio" contra dicha etnia, según anunció en la víspera el ministro de Justicia, Flávio Dino.
El Ministerio de los Pueblos Indígenas estima que "al menos 570" menores yanomamis fallecieron en los últimos años "por contaminación de mercurio, desnutrición y hambre".
Según la cartera, 99 yanomamis de entre 1 y 4 años de edad murieron solo en 2022 como consecuencia de desnutrición, neumonías o diarreas vinculadas al "avance de la minería ilegal en la región", que contamina los ríos y destruye la selva.
Las aldeas sufren además brotes de malaria y la violencia de los mineros ilegales, que se estiman en más de 20.000 en la tierra indígena Yanomami, situada entre los estados de Amazonas y Roraima.