La Fiscalía de París, que está investigando los hechos, incluyó el agravante de racismo en los cargos contra el detenido, un hombre de 69 años, que por ahora se enfrenta a acusaciones de homicidio, intento de homicidio, violencia voluntaria e infracción a las reglas de tenencia de armas. Los investigadores franceses no han retenido por ahora el carácter terrorista de la acción, algo que para las organizaciones kurdas de Francia es “evidente”.
El autor de los hechos confesó durante su detención haber actuado por “racismo” y señaló que quería “matar kurdos”. ”¿A cuántos he matado?”, preguntó a los agentes que le colocaban las esposas en una peluquería aledaña al centro cultural kurdo donde provocó la masacre.
Un elemento más que permite a las asociaciones kurdas de París sentirse amenazados y considerar que se trata de un atentado terrorista con motivaciones políticas. Tras los disturbios provocados este viernes tras el atentado, cuando miembros de la comunidad kurda lanzaron objetos contra las fuerzas del orden, había preocupación sobre la forma en la que iba a transcurrir la manifestación convocada este sábado.
Miles de personas se reunieron en la plaza de la República de la capital, situada a pocos metros del lugar del tiroteo, con banderas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y con fotos de su líder, Abdullah Öcalan. También portaban retratos de las tres militantes kurdas asesinadas a sangre fría por un activista turco hace casi diez años en un lugar muy cercano al del tiroteo del viernes.
En las calles aledañas, la tensión subió y algunos de los manifestantes comenzaron a enfrentarse a las fuerzas del orden presentes para mantener la seguridad. Pese a la intervención del servicio de seguridad del CDKF, la situación degeneró, se dañó mobiliario urbano, varios coches fueron volcados, se incendiaron contenedores y otros elementos, se rompieron varios escaparates.
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