Kodo Nishimura: "Ser monje budista y activista LGTBI es compatible"

Lara MalvesíBarcelona (España), 22 oct (EFE).- El japonés Kodo Nishimura, monje budista ordenado y activista LGBTI, reivindica que su orientación sexual y su actividad en el templo son totalmente "compatibles" y le acercan a la persona que quiere ser, obviando cualquier prejuicio externo.

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En una entrevista con EFE, tras la publicación en castellano de su libro "Este monje usa tacones" (editorial Amat), Nishimura explica cómo dio el paso de hacer publica su sexualidad en una sociedad tan "conservadora" como la japonesa hasta convertirse en un miembro "apreciado" de su congregación en su labor de acercar su fe al colectivo LGTBI.

"Leo sutras (escrituras sagradas) como monje, me maquillo, me pongo tacones y llevo pendientes brillantes", cuenta con naturalidad mientras muestra una de las pegatinas arcoíris que ha diseñado para que luzcan en las puertas de los templos donde se respetan los derechos LGTBI.

Nishimura apunta que el budismo ha abierto la puerta a todo tipo de miembros y que con el paso de los años esta religión ha hecho realidad una de sus enseñanzas: "Todo el mundo puede liberarse por igual".

EL BUDISMO, UNA RELIGIÓN AMPLIA DE MIRAS

Su maquillaje, sus escritos y su arte en redes sociales son para él "una herramienta más" para dar a conocer esa doctrina budista amplia de miras que, reconoce, quizá no esté presente en todas las religiones.

"Yo no soy nadie para decirle a otras religiones qué hacer. Pero quizá deben preguntarse algunos líderes religiosos si no apoyan a las personas LGTBI por manipulación, y si no debería actuar solo para ayudar a la gente", dice.

Más allá, llama a cualquier persona a informarse sobre las religiones y su historia, con muchos ejemplos de manipulaciones a través de la obediencia ciega.

"En mi caso, yo estaba nervioso porque había tenido una infancia difícil. En mi entrenamiento, mi maestro me dijo que el propósito de la religión es ayudar a la gente y hacerles saber que todos somos igualmente válidos", afirma.

"No creo que haya ninguna diferencia en mi labor por ser LGTBI. No creo que haya diferencia entre ser profesor y llevar reloj, ser médico y vestir una bata o ser monje y llevar maquillaje", declara.

Nishimura señala que su primer recuerdo con la brocha y la sombra de ojos fue a escondidas en el baño de casa de sus padres, aunque se lavó la cara rápidamente para no ser descubierto y se sintió "culpable".

UN VIAJE DE "LIBERACIÓN" A BARCELONA

Su viaje de "liberación", explica, fue a Barcelona, cuando tenía 18 años. Entonces aún no se atrevía a decir que era gay.

"Lo decía moviendo los labios, sin articular sonido, era un secreto", rememora.

"En Barcelona vi por primera vez dos hombres besarse o darse la mano, fui a la discoteca Arena con un amigo y no pasaba nada, no tenía nada de malo", dice.

Nishimura apunta que entonces vio que "no era nada malo" salir de noche a un club de ambiente y se ríe al recordar que incluso la madre de su amigo les preparaba "un bocadillo de jamón" antes de salir de fiesta.

"Mi alma canta cuando estoy en España", afirma en un correcto castellano que le han enseñado amistades que aún conserva desde su primera visita.

La vinculación de Nishimura con España también pasa por haber cumplido su "sueño" de ser el maquillador de la miss España Ángela Ponce, la primera miss universo trans en 2018.

"Que eligieran como la mujer más bonita del mundo a una mujer trans me pareció una gran revolución", añade el joven, que ha aparecido en la serie "Queer Eye" (Netflix).

En su libro, traducido a nueve idiomas, quiere, además de contar su caso, ser inspiración y guía para que todo el mundo llegue a saber quién es y busque su felicidad y éxito, explica.

"Es muy duro pero vivimos en una sociedad difícil, en la que tenemos que cumplir unas expectativas de ser guapos o fuertes o tener carreras o dinero o seguidores en redes sociales... todo el mundo debería saber que no tiene que seguir buscando lo imposible porque ya son perfectos", afirma.

"Y es importante celebrar nuestras diferencias y no tener miedo de enseñarle al mundo quiénes somos", añade Nishimura.

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