Desde la llegada de Narendra Modi al poder 2014, este país de mayoría hindú de 1.400 millones de habitantes, los activistas a favor de los derechos humanos denuncian persecuciones y discursos de odio contra las minorías religiosas, incluyendo la población musulmana, unos 200 millones de personas.
Esta situación es especialmente grave en la zona india de Cachemira, donde Modi revocó la autonomía parcial para imponer un gobierno directo en esta región de mayoría musulmana donde hay desplegadas medio millón de tropas, según activistas.
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Las presiones también han aumentado contra los críticos del gobierno y los periodistas, sobre todo las mujeres reporteras, que han sufrido campañas de ataques en línea, incluyendo amenazas de muerte y violación.
“Como miembro electo del Consejo de Derechos Humanos, India tiene la responsabilidad de dar cuerpo a los derechos humanos de forma global, y de proteger y promover los derechos de todos los individuos, incluyendo miembros de comunidades minoritarias” , dijo Guterres en un discurso en Bombay.