La sombra del ex primer ministro en Israel es todavía grande, hasta el punto de que el arco político está en esencia dividido entre el bloque pro-Netanyahu (su partido Likud, partidos ultraortodoxos y formaciones enmarcadas en el llamado sionismo religioso) y el anti-Netanyahu, una amalgama de partidos tanto de izquierda como de derecha unidos casi únicamente por su deseo de desbancarlo del poder.
Las últimas encuestas otorgan al bloque pro-Netanyahu entre 59 y 61 escaños en una Knéset (Parlamento israelí) de 120, por lo que esa variación de uno o dos diputados es clave a la hora de decidir un gobierno estable, una opción cada vez más complicada por la fragmentación del sistema electoral de Israel, sumido desde 2019 en la inestabilidad política con Ejecutivos que no durán más de un año.
"La única forma de cambiar el sistema es que los dos partidos más grandes, actualmente Likud y Yesh Atid, se unan en un gobierno de unidad nacional y luego obliguen a los partidos pequeños a aceptar algunas reformas electorales. Pero mientras Netanyahu dirija Likud es una opción muy difícil”, indicó Tal Shalev, analista política del medio digital Walla.
En el bloque anti-Netanyahu se disputan el poder el actual primer ministro en funciones, Yair Lapid, líder del partido centrista Yesh Atid (Hay futuro) y arquitecto del "gobierno del cambio" que solo duró un año, y Benny Gantz, ex general del Ejército y ministro de Defensa en sucesivos Ejecutivos.
Gantz, cuya formación Azul y Blanco se ubica en el centro-derecha, ha aunado fuerzas para estos comicios con Guideon Saar, renegado del Likud por su enemistad con Netanyahu, que formó en 2019 el partido Nueva Esperanza, y quien se sumó el "gobierno del cambio" como ministro de Justicia.
Gantz y Saar anunciaron en julio que sus formaciones concurrirían juntas, presentándose como una opción de derecha moderada alternativa a Netanyahu, pero también a Lapid, un político de centro pero que sus detractores tachan de "izquierdista" por su disposición a unirse a laboristas y árabes para gobernar y por su respaldo a la solución de los dos Estados con los palestinos.
Las últimas encuestas asignan a Yesh Atid 24 escaños y 13 al llamado "campo nacional" de Gantz y Saar, superando juntos los 31 diputados que los sondeos le atribuyen al Likud de Netanyahu, aunque ambos bloques necesitan el apoyo de partidos más pequeños para superar el umbral de los 60.
"Los sondeos arrojan un resultado muy ajustado de casi 60-60 o 59-61, por lo que es imposible vaticinar nada hasta el último momento", afirmó Raffi Smith, director del Instituto Smith, especializado en encuestas electorales.
Netanyahu, que ha estado en el poder más de 15 años, se ha asegurado el apoyo de los partidos ultraortodoxos, que juntos suman unos 15 escaños, prometiéndoles más financiación pública para las escuelas religiosas, incluso para las que no enseñan el currículo básico.
Pero la jugada maestra de Netanyahu y que le puede dar la llave del gobierno ha sido reconciliar a dos controvertidas figuras de la extrema derecha, Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, para concurrir juntos bajo el movimiento del sionismo religioso y no se pierdan votos en caso de que alguno de sus respectivos partidos no pasara el umbral del 3,25 % necesario para entrar a la Knéset.
La candidatura conjunta de Ben Gvir -controvertido colono y racista antiárabe, que ha subido en las encuestas como la espuma- y Smotrich, cuya base de votantes está en los colonos, garantiza a Netanyahu al menos 13 escaños, aunque podrían ser más ante el auge de la extrema derecha, sobre todo entre los más jóvenes.
Otra de las claves electorales será el voto árabe, ya que los partidos árabes -excepto el islamista Raam- no apoyarán a ningún bloque y su capacidad de maniobra dependerá de los escaños que puedan sumar ante la esperada menor participación de este sector de la sociedad, defraudado con la política actual.
Por su parte, el bloque liderado por Lapid y el tandem Gantz-Saar espera recabar el apoyo del partido Laborista (5 escaños), Meretz (5), Israel Nuestro Hogar (6) -derecha nacionalista laica-, y Raam (4); aunque está mucho más dividido que la bancada pro-Netanyahu y todo dependerá de las negociaciones postelecciones, que se esperan arduas y largas.