El acusado más viejo de crímenes nazis niega haber sido guardia de campo de exterminio

Josef Schütz, de 101 años, la persona más vieja acusada de crímenes nazis ante la justicia, negó este lunes que haya sido guardia de un campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial, en el penúltimo día de su juicio.

El Salón de los Nombres, en el Centro de Conmemoración del Holocausto Yad Vashem en Jerusalén.114312+0000 MENAHEM KAHANA
audima

Schutz, cuyo proceso comenzó en octubre, está siendo juzgado por “complicidad” en el asesinato de 3.518 prisioneros cuando operaba, según la acusación, entre 1942 y 1945, en el campo de Sachsenhausen, en el norte de Berlín. La fiscalía pidió en mayo cinco años de prisión.

“No sé por qué estoy aquí. Digo la verdad. No tengo nada que ver con la policía o el ejército, todo lo que se dijo es falso”, se limitó a decir el acusado, con la voz temblorosa.

Vestido con una camiseta gris y un pantalón de pijama, entró en la sala de audiencia del tribunal en Brandeburgo Havel, a 70 kilómetros al oeste de Berlín, en silla de ruedas.

Antes, había escuchado sin reaccionar el alegato de su abogado, que, sin sorpresa, pidió su absolución.

Solo “pistas”

“A los 101 años, se trata del acusado más viejo de la historia alemana, por lo que pido su absolución”, dijo Stefan Waterkamp. “No tenemos una foto de él con un uniforme de las SS” sino solo “pistas” de su posible actividad en Sachsenhausen, afirmó

“Ya en 1973, los investigadores tenían información sobre él, pero no lo procesaron. En su momento se pudo escuchar a los testigos, pero ahora están todos muertos o no pueden hablar”, añadió.

“El peligro de este tribunal sería tratar de corregir los errores de la generación precedente de jueces”, aseguró Waterkamp.

“Esta persona es muy mayor, no quiere recordar más. Es una forma de defensa. Pero eso no es muy grave porque para mí no es cuestión de poner a un centenario en prisión”, dijo a la AFP Antoine Grumbach, de 80 años, cuyo padre, que participó en la resistencia en Francia, murió en Sachsenhausen.

“Lo más importante es que hayamos podido recoger y mostrar todos los documentos que prueban que Sachsenhausen era un campo de exterminio experimental: todos los métodos más crueles fueron inventados allí y luego exportados”, agregó.

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