La denuncia que llevó a la captura de Ribeiro, pastor de una iglesia evangelista procesado con otros religiosos, fue presentada mientras ejercía como ministro y le acusa de extorsionar a alcaldes de pequeñas ciudades y exigir coimas para liberar recursos de ese despacho.
Bolsonaro, que en marzo pasado, cuando se destapó el escándalo, llegó a decir que ponía no las manos sino "la cara en el fuego" por Ribeiro, dijo ahora en una entrevista con una radio local que su detención prueba que la Policía Federal "está actuando" contra la corrupción.
"Que responda por sus actos. Pido a Dios que no tenga problemas, pero si hubiera alguno, la Policía Federal está actuando", declaró.
Las órdenes de captura dictadas este miércoles también afectan a los pastores Gilmar Santos y Arilton Moura, próximos a Bolsonaro, denunciados por alcaldes y acusados de integrar la supuesta red de corrupción que se había estructurado en el Ministerio de Educación.
En abril pasado, tras la renuncia de Ribeiro ya acorralado por el escándalo, Presidencia decretó que el contenido de unas reuniones que Bolsonaro había tenido con esos pastores en la sede del Gobierno pasaba a ser "secreto" durante "100 años", por alegadas cuestiones de "seguridad".
Las sospechas nacieron de un audio obtenido por el diario Folha de Sao Paulo en el que Ribeiro comenta que los presupuestos del Ministerio de Educación tienen entre sus prioridades los proyectos que impulsan pastores de iglesias pentecostales afines al Gobierno.
"Mi prioridad es atender, primero, a los municipios que más lo necesitan, y segundo, a todos los amigos del pastor Gilmar", decía Ribeiro, y agregaba que ese era "un pedido especial" del propio "Presidente de la República".
Aún así, la Justicia no incluyó entre los investigados por ese asunto a Bolsonaro, quien aspira a renovar su mandato en las elecciones de octubre próximo, para las que en todas las encuestas aparece como claro favorito el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su mayor antagonista político.