“Los indígenas estamos en riesgo”, advierten ganadores del Nobel ambiental

QUITO. Guardianes de la naturaleza que ven amenazada su supervivencia, es como se definen los jóvenes indígenas amazónicos Álex Lucitante y Alexandra Narváez, ganadores del Premio Medioambiental Goldman 2022 por el precedente legal que su comunidad sentó en Ecuador contra las prácticas extractivas no consultas.

Fotografía cedida hoy por el Premio Medioambiental Goldman que muestra a los ecuatorianos Álex Lucitante (i) y Alexandra Narváez (d), dos indígenas del pueblo ancestral A'i Cofán.Premio Medioambiental Goldman
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“El día en que los territorios indígenas lleguen a desaparecer, nosotros, como cofanes, vamos a desaparecer también”, expresó Lucitante en una entrevista con Efe desde la Amazonía ecuatoriana, donde hace un lustro emprendió una cruzada contra la minería de oro en el lecho del río Aguarico, sagrado para su comunidad.

A inicios de año la Corte Constitucional de Ecuador respaldó en un fallo que sentó jurisprudencia el derecho de los pueblos indígenas a decidir sobre su territorio en el conocido como Caso Sinangoe, tras la demanda de la nacionalidad indígena A'i Cofán por no haber sido consultada sobre decenas de concesiones mineras en sus territorios ancestrales.

RECONOCIMIENTO A UNA COMUNIDAD

De 29 años y estudiante de derecho, valora el premio, considerado el Nobel medioambiental, como un reconocimiento al trabajo colectivo de la pequeña comunidad de Sinangoe conformada por 300 miembros, "que nos ayuda a visibilizar al mundo la lucha diaria de las comunidades indígenas".

Hijo de una familia de sanadores tradicionales, advierte del "riesgo" que afrontan "las nacionalidades indígenas del mundo" por la destrucción de sus ecosistemas, el ninguneo de gobiernos a legislaciones ambientales y de respeto a los pueblos indígenas básicas, y la consiguiente erradicación de sus culturas.

Gracias al liderazgo de los galardonados, la Justicia de Ecuador anuló 52 concesiones para la extracción de oro otorgadas sin el consentimiento de la comunidad situada al pie de los Andes, blindando así cerca de 32.000 hectáreas de selva tropical virgen en una de las zonas más megadiversas del mundo.

"Lanzamos la pregunta de quién puede decidir por la Amazonía, si las empresas petroleras y mineras que dinamitan la selva o nosotros", refirió el joven amazónico al recordar cómo argumentaron ante la máxima instancia judicial que celebró una audiencia en sus tierras "para escuchar a todas las nacionalidades desde su visión".

Mujer guardiana

Narváez, de 30 años, se convirtió en 2017 en la primera mujer en integrar la guardia indígena de su comunidad para monitorear y frenar las actividades extractivas y también se unió a la asociación de mujeres Shamec'co, que lidera con el cometido de resguardar el territorio y proteger el legado de sus hijos.

"Como mujeres, estamos al frente de la lucha. Tenemos contacto con nuestro territorio, caminamos buscando la medicina, alzamos nuestra voz y decimos al mundo que esta es nuestra casa", explica a esta pionera al admitir que antes, entre sus congéneres, se creía "que la mujer debería estar en la casa y no al frente de todo este proceso".

Gracias a la labor de la guardia se desarrollaron los primeros patrullajes que detectaron la presencia de maquinaria y campamentos mineros en sectores alejados de los ríos que serpentean por sus tierras, en especial en la cabecera del Aguarico, afluente del Amazonas, y que pusieron en pie de alarma a las 56 familias de Sinangoe.

Tras el descubrimiento de las operaciones y de las concesiones mineras otorgadas por el Gobierno, Lucitante y Narváez buscaron unir a la comunidad y formular una estrategia para proteger su territorio.

Ambos fueron reconocidos por sus esfuerzos legales y comunicacionales en aras de dar a conocer un caso que logró el apoyo de 60 organizaciones nacionales e internacionales y 14 comunidades locales.

"Como guardia de la naturaleza, como defensora de la Amazonía, puedo decir que todas las nacionalidades indígenas estamos arriesgando nuestras vidas por defender la vida", esgrime antes de señalar que el Goldman les arropa en cierta manera, ya que sienten que no están solos en su lucha.

Cultura vinculada a la naturaleza

Los cofanes son un pueblo indígena compuesto por 1.200 personas y su cultura está profundamente arraigada en la tierra, los ríos y bosques que constituyen su entorno y dependen de la agricultura de subsistencia, la caza y la recolección silvestre.

Lucitante y Narváez han decidido destinar el premio económico, dotado con 200.000 dólares y que comparten con otros cinco galardonados de todo el mundo, a una organización civil formada por cuatro nacionalidades indígenas de la Amazonía ecuatoriana.

Es la cuarta vez que el Goldman recae en Ecuador después de que lo ganasen Luis Macas (1994), Pablo Fajardo Mendoza y Luis Yanza (2008) y Nemonte Nenquimo (2020).

“Está en nosotros defender nuestros derechos, defender los derechos de la naturaleza porque, como mencionaba Nemonte, somos hermanos porque pisamos la misma tierra y respiramos el mismo aire”, concluye Lucitante.

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