Shoigú informó al presidente ruso, Vladímir Putin, sobre "el fin de la operación y la completa liberación de la planta y de la ciudad de Mariúpol", principal puerto ucraniano en el mar de Azov.
Entre los últimos en entregarse figuran los comandantes del batallón nacionalista ucraniano Azov, que Moscú considera "neonazis" y "criminales de guerra", según informó el general Ígor Konashénkov, portavoz castrense, en un comunicado.
Explicó que el comandante de los Azov fue evacuado en un blindado. Aunque no precisó el nombre, se entiende que se refería a Denís Prokorenko, quien esta mañana en un vídeo expreso su confianza en que los defensores sean canjeados por prisioneros de guerra rusos.
En cambio, políticos rusos, incluido el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, han abogado por que sean juzgados en territorio ruso por sus crímenes en el Donbás, además de que Azov podría ser declarada organización terrorista en este país.
El general ruso tampoco precisó el destino de los combatientes, aunque en días anteriores una parte de los defensores de Azovstal fue trasladada a territorio ruso y otra a la zona controlada por las milicias prorrusas en la región de Donetsk.
En total, desde el pasado domingo se entregaron 2.439 combatientes ucranianos, en su mayoría miembros de Azov, pero también militares.
"Hoy, 20 de mayo, se entregó el último grupo con 531 combatientes", precisó Konashénkov.
Esta mañana Shoigú había informado también de la evacuación de 177 civiles, incluidos 85 mujeres y 47 niños, que vivieron varias semanas en las catacumbas de la planta metalúrgica, donde se atrincheraron cientos de heridos.
El pasado 21 de abril, Putin canceló la orden de asaltar Azovstal con el fin de salvar las vidas de las tropas rusas y las milicias separatistas que tomaron Mariúpol, aunque con la condición de que "no pase ni una mosca".
No obstante, Ucrania denunció que las fuerzas rusas siguieron martilleando la planta hasta esta misma semana.
Hace unos días el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ordenó a los últimos defensores de Azovstal que se rindiesen, ya que "Ucrania necesita a sus héroes vivos".
Esposas y familiares de los defensores de la acería se habían dirigido al papa Francisco y los presidentes de China y Turquía para que mediaran en su liberación.
Con la rendición completa de Mariúpol, víctima de un asedio ruso cuya brutalidad fue denunciada por las organizaciones de derechos humanos, las fuerzas rusas podrán ahora centrarse en la conquista de todo el Donbás.
Según diversas fuentes, más de la mitad de los edificios de la ciudad están derruidos, mientras el número de muertos en el sitio de Mariúpol podría ascender a varios miles.
Kiev acusa al Ejército ruso de intentar borrar toda huella de las atrocidades cometidas por sus soldados en la ciudad de casi medio millón de habitantes.
La toma de Mariúpol estaba marcada en rojo por los generales rusos desde el inicio de la "operación militar especial", ya que es la clave para la apertura de un corredor terrestre con la anexionada península ucraniana de Crimea, plan que Moscú está llevando a cabo.
Los separatistas prorrusos de Donetsk se proponen destruir la histórica planta construida por las autoridades soviéticas y cuyo actual dueño es el hombre más rico de Ucrania, Rinat Ajmétov.