Director del OIEA alaba progresos para el desmantelamiento de Fukushima

El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, alabó hoy los progresos en los trabajos de limpieza y desmantelamiento de la accidentada planta nuclear de Fukushima, durante una visita a las instalaciones.

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Grossi se encuentra en Japón desde el pasado miércoles y hasta este viernes, encabezando una misión de la agencia de la ONU para supervisar la situación de la central y el plan nipón para verter al Pacífico agua contaminada y procesada de la planta.

"Estoy impresionado con el nivel de progreso", dijo en declaraciones a los medios locales Grossi, tras inspeccionar sobre el terreno las labores de desmantelamiento de los cuatro reactores dañados por el terremoto y el tsunami de 2011 y los preparativos para el vertido a las aguas marinas frente a la central.

El responsable del OIEA también mostró su confianza en ganarse el apoyo de la ciudadanía al ser “absolutamente transparentes” sobre la situación de la planta de Fukushima Daiichi, y sobre el controvertido proyecto para descargar en el Pacífico el agua procedente de la central.

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Se trata del agua contaminada con residuos radiactivos tras emplearse para refrigerar los reactores o filtrarse dentro de las instalaciones nucleares, de la que se almacenan unos 1,29 millones de metros cúbicos en bidones dentro de unas instalaciones atómicas donde se agota el espacio.

Tras analizar con un panel científico una serie de posibles soluciones de enorme complejidad técnica, entre ellas métodos de evaporación o de inyección subterránea, las autoridades niponas y la operadora de la planta optaron por verter al mar frente a la central todo el líquido acumulado y descontaminado parcialmente.

El agua es tratada con un sistema de procesamiento que elimina la mayoría de los materiales radiactivos considerados peligrosos, a excepción del tritio, un isótopo presente en la naturaleza, aunque en baja concentración.

Las autoridades niponas afirman que el vertido tendrá unos niveles de radiactividad por debajo del tope fijado por la Organización Mundial de la Salud para el agua potable, y que por tanto no presentará riesgos para la salud humana ni para el medio ambiente.

Sin embargo, el plan aún se enfrenta a la oposición de las organizaciones pesqueras locales, cuyas actividades apenas se han recuperado tras la catástrofe nuclear de 2011, y que temen que el estigma que afecta al pescado y marisco de la zona empeore debido a la descarga de agua de la planta.

El vertido, que está previsto que comience hacia la primavera del próximo año, también ha generado la oposición de los países vecinos China y Corea del Sur.

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