El estudio, liderado por el doctor Antonio Berruezo, expone que este hallazgo “permitirá estratificar mejor el riesgo de los pacientes” y servirá para “identificar aquellos pacientes que sean candidatos a que les implanten un desfibrilador automático”.
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Según el centro médico español Teknon, hasta ahora el principal parámetro utilizado para evaluar a estos pacientes era un análisis del ventrículo izquierdo, el que estima la capacidad de bombeo, pero este nuevo estudio muestra que "la caracterización de las cicatrices producidas por el infarto puede ser un indicador mejor".
Este nuevo método describe la masa de células supervivientes en la cicatriz "de forma no invasiva", mediante una resonancia magnética, según los responsables del estudio.
Las arritmias que causan muerte súbita después de haber padecido un infarto tienen origen, en su mayoría, en los canales de células de las cicatrices y, por lo tanto, “identificar los pacientes que tienen cicatrices con más canales, podría ayudar a identificar quiénes tienen más riesgo de sufrir una muerte súbita”.