A primera hora del sábado, todavía eran visibles los restos de las barricadas incendiarias y las barreras levantadas por los camioneros el viernes, horas después de que se difundiera un nuevo acto de violencia atribuido a tres personas, dos de ellas extranjeros, que permanecen detenidos.
Según el primer informe del cuerpo de Carabineros, un conductor de 22 años habría muerto al caer en un paso a nivel tras bajarse de su camión y discutir con los tres sospechosos, que supuestamente habrían apedreado su vehículo.
La noticia llevó a que cientos de colegas hayan cortado los accesos a la ciudad de Iquique, y las rutas que se prolongan tanto a la frontera con Bolivia, donde hoy se podía ver a cientos de migrantes bajando a pie por falta de vehículos, y a la ciudad de Antofagasta, situada a 400 kilómetros y en la que también se extiende el sentimiento xenófobo.
Según datos de la Fiscalía de Tarapacá, los homicidios han experimentado un incremento del 183 % en la zona en los últimos meses, coincidiendo con la llegada masiva de migrantes después de que el presidente saliente, Sebastián Piñera, declarara que Chile era un país seguro.
Una declaración que desde la oposición se tildó de irresponsable y que según analistas locales e internacionales sería el origen de la actual crisis migratoria y de seguridad, que amenaza con convertirse en el primer gran obstáculo de su sucesor, el presidente electo Gabriel Boric, a tres semanas de su investidura.
ESCASEZ DE SUMINISTRO
Las movilizaciones, que comenzaron hace dos semanas, han comenzado a impactar en la economía local, con escasez en el suministro de algunos productos, como la gasolina, y con decenas de personas atrapadas, incapaces de salir por carretera o por vía aérea de la ciudad, envuelta en el denso humo negro de los neumáticos quemados.
"Nosotros no estamos contra la inmigración. Hemos convivido siempre con peruanos y bolivianos, pero esto no lo habíamos visto nunca. Estamos contra la delincuencia y queremos vivir tranquilos", explicó hoy a Efe el líder del gremio de taxistas, Joaquín Besares, de manos ennegrecidas tras mover las llantas que cortan el acceso y la salida a la ciudad.
"El gobierno de Piñera es el mayor circo que hemos tenido. Nosotros pedimos el estado de excepción ahora para controlar la situación", añadió Besares frente a una hilera kilométrica de vehículos varados en la carretera sin poder ingresar a Iquique.
El estado de excepción es una herramienta constitucional chilena donde, por iniciativa presidencial en primera instancia, fuerzas militares asumen el control de caminos y patrullaje en una zona determinada.
"Carabineros no da abasto. Acá tenemos sicariato, secuestros, balaceras. No queremos que nos maten a uno de nuestros hijos. Iquique está hecho un asco" señaló a Efe, por su parte, la dirigente vecinal de Alto Hospicio, Paula Scarafi, una de las impulsoras de la movilización que hasta ahora tiene carácter indefinido.
Inacción de la Policía
Pese a que los transportistas bloquearon todas las entradas a la ciudad con barricadas y camiones, en una acción coordinada que se replicó en todo el norte del país, Efe constató que Carabineros -policía militarizada- no disuadió a los responsables para reestablecer el tránsito, por no contar con la orden del Ejecutivo, según dijeron fuera de micrófono los uniformados presentes a esta agencia.
Desde febrero del año pasado, Chile vive una crisis de migración irregular sin precedentes en su frontera norte, particularmente en la localidad de Colchane, fronteriza con Bolivia, un pueblo de poco más de 1.300 habitantes ubicado en el altiplano andino, a más de 3.600 metros de altura.
La crudeza de su clima, con un sol abrasador durante el día y temperaturas que bajan de los cero grados por la noche, ha provocado la muerte de decenas de migrantes que se aventuran para llegar a Chile en los últimos meses.
Hoy, y según pudo constatar Efe en su ruta a Colchane, decenas habían decidido continuar su viaje a pie pese al bloqueo y a la situación en Iquique, donde la inseguridad y la xenofobia han disparado la tensión.