En concreto, 7.115.590 acudieron a depositar su papeleta para elegir al sucesor del actual mandatario, Sebastián Piñera, lo que representa el 47,6 % del padrón, por debajo del 50,9 % que se obtuvo en el plebiscito sobre el proceso constituyente celebrado en octubre de 2020 y ligeramente superior al 46,7 % de la primera vuelta de las anteriores presidenciales, en 2017.
La baja participación se convirtió en crónica en Chile desde que se implementó en 2012 el sufragio voluntario y desde entonces solo el plebiscito del año pasado superó el 50 % de participación.
El pasado mes de junio, para la celebración de los primeros comicios regionales de la historia de país, se registró solo un 19,6 % de participación, el mínimo desde que Chile retornó a la democracia en 1990.
En las presidenciales de este domingo, los chilenos centraron sus votos en el ultraderechista José Antonio Kast y el izquierdista Gabriel Boric por encima de los otros cinco aspirantes presentes en las papeletas, pero ninguno de ellos obtuvo más del 50 % de las preferencias, por lo que se disputarán la primera magistratura en la segunda vuelta, prevista para el próximo 19 de diciembre.
Con el escrutinio prácticamente finalizado, Kast, exdiputado y abogado de 55 años que en varias ocasiones ha defendido la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), logró el 27,94 % de los votos; mientras que Boric, diputado de 35 años y abanderado de una formación de izquierdas que cuenta con el apoyo del Partido Comunista, cosechó el 25,69 %.
A ambos les une ser representantes de fuerzas políticas fundadas hace pocos años y de recoger el voto desencantado con la actual institucionalidad, pero sus programas de Gobierno difieren por completo en su naturaleza política, económica y social.
Además de las elecciones presidenciales, Chile eligió este domingo a 27 nuevos senadores para renovar una Cámara Alta que a partir de 2022 tendrá 50 escaños; y al total de los 155 diputados, reconfigurando la correlación de fuerzas dentro del Congreso Nacional.
Con los resultados preliminares, todo apunta a que en ninguna de las Cámaras habrá mayorías claras y que tanto los grupos de derecha como los de izquierda se verán obligados a articular apoyos.