PEKÍN (EFE). El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, comenzó una visita a China Continental para cuadrar estrategias en un momento de crecientes tensiones mutuas con Estados Unidos.
Lavrov se reunió con su homólogo chino, Wang Yi, días después de los encontronazos entre Washington y Pekín y del que el presidente estadounidense, Joe Biden, llamara “asesino” a su par ruso, Vladímir Putin.
El canciller chino ya adelantó que las buenas relaciones entre Pekín y Moscú son “imperativas ante las actuales circunstancias”, y que esa asociación supone “un pilar para la paz mundial”.
La portavoz de la Cancillería china Hua Chunying destacó que ambos países “caminan codo con codo y se oponen a la hegemonía y la intimidación”.
El objetivo de ambas potencias es disuadir a otros países de que se abstengan de presionarlas, especialmente en cuanto a lo referido a sus asuntos internos: “No es muy sensato sancionar a Rusia y a China”, zanjó Lavrov, quien aseveró que Pekín y Moscú buscan un orden internacional “justo y democrático que se rija por las interacciones entre los países”.
“Y el modelo de interacción entre Rusia y China está libre de ataduras ideológicas. No está sujeto a oportunismos y no se dirige contra nadie”, dijo el titular de Exteriores ruso.
Mundo multipolar
Lavrov arremetió contra Occidente, en particular contra EE.UU., por “querer preservar a toda costa su dominio en la economía global y en la política internacional, imponiendo a todos y en todas partes su voluntad”.
Según el jefe de la diplomacia rusa, el mundo atraviesa “cambios complejos” con la “creciente influencia de los nuevos centros económicos, financieros y políticos” que, aseguró, “nos llevan a un sistema verdaderamente multipolar”.
En ese sentido, propugnó por “promover el uso de otras divisas al margen del dólar estadounidense” y “desviarse de sistemas de pago controlados por Occidente” para reducir los riesgos de sanciones.
Lavrov llega hoy a a Corea del Sur, un gran aliado de Estados Unidos.