“De aquí a la mitad o el final de los años 2030, empezaremos quizá a utilizar los medios que nos permiten ir a la Luna para enviar a astronautas a Marte”, declaró el jueves Steve Jurczyk, administrador interino de la Nasa.
Los grandes retos tecnológicos están más o menos resueltos, pero aún faltan numerosos factores para ese objetivo.
Desafíos técnicos
Un viaje a Marte durará unos siete meses, y al principio los astronautas pasarán 30 días allí, anticipa la Nasa.
El planeta tiene una temperatura media de 63 °C bajo cero, las radiaciones son altas allí y el aire se compone en un 95% de dióxido de carbono.
La gravedad equivale apenas a un 38% de la de la Tierra. Pero, gracias a la “Estación Espacial Internacional, hemos aprendido mucho sobre la microgravedad”, dice G. Scott Hubbard, exempleado de la Nasa que dirigió el primer programa sobre Marte de la agencia espacial estadounidense.
Sin embargo, numerosos materiales y técnicas aún deben ser probados.
Perseverance llevó varios instrumentos a bordo con el objetivo de preparar futuras misiones humanas. Entre esas herramientas esta MOXIE, del tamaño de una batería de automóvil, cuyo objetivo es intentar producir oxígeno en Marte, aspirando el CO2, un poco como una planta.
Ese oxígeno podrá servir para respirar y también como carburante.
El famoso programa Artemisa de regreso a la Luna, en el que la Nasa concentra ahora sus esfuerzos, se considera como un banco de pruebas antes de ir a Marte.
La agencia quiere aprovecharlo para probar un nuevo traje espacial, xEMU, que permitirá una mayor movilidad y protegerá a los astronautas contra las bajas temperaturas.
También será una ocasión para instalar una suerte de central nuclear en la Luna con la que producir electricidad, incluso durante las tormentas de polvo, que pueden tapar el Sol durante meses en Marte, lo que impediría el funcionamiento de los paneles solares.
¿Cuál es el interés de probar todo eso en la Luna? La posibilidad de enviar equipos de rescate. En Marte, si las cosas van mal y se rompen, estás a años de la casa”, explica Jonathan McDowell, del centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian.
Voluntad política
El mayor obstáculo es la voluntad política, porque de ella depende la financiación.
En 1990, George H.W. Bush anunció la llegada del hombre a Marte antes del quincuagésimo aniversario del primer paso en la Luna, en julio de 2019.
Las promesas similares de tres de sus sucesores (su hijo George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump) no se tradujeron en ningún programa concreto.
¿Será en los años 2030? “Es posible (...), pero sin la voluntad política de la administración y del Congreso, no ocurrirá”, dice G. Scott Hubbard.
El actual presidente estadounidense, Joe Biden, ni siquiera ha nombrado aun a un administrador permanente para la Nasa ni ha dado su visión sobre las misiones espaciales.