Al negar su derrota, Trump da paso a líderes que se resisten a dejar el poder

Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un abanderado de la democracia en el mundo, presionando en forma persistente, aunque no siempre con consistencia, para que aquellos líderes que pierden las elecciones abandonen el poder.

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos.MANDEL NGAN
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El presidente Donald Trump establece ahora un nuevo modelo: se niega a ceder, lanza afirmaciones infundadas de fraude y busca la intervención de tribunales y aliados políticos con la esperanza de revertir su derrota ante Joe Biden.

Figuras políticas y expertos de varios países temen que esa postura sea adoptada con entusiasmo en democracias frágiles, especialmente en África, permitiendo que hombres fuertes señalen a la nación más poderosa del mundo para justificar su intención de aferrarse al poder.

“La negativa de Donald Trump a conceder la victoria refuerza la opinión de nuestros líderes en África de que las elecciones deben realizarse de manera de que no pierdan”, dijo Mahamat Ahmat Alhabo, secretario general del opositor Partido por las Libertades y el Desarrollo en Chad.

Eldred Masunungure, politólogo de la Universidad de Zimbabwe, consideró que la postura de Trump era “música dulce para gobernantes autocráticos”.

“Es trágico. Estamos acostumbrados a eso en África, pero cuando sucede en Estados Unidos, nos sorprende porque ocurre en una democracia centenaria”, lamentó.

“Es una sucia lección que nuestros líderes aprovecharán y citarán (...) cuando no quieran aceptar la derrota”, abundó.

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Garry Kasparov, la leyenda rusa del ajedrez y abierto crítico del presidente Vladimir Putin, estimó que el ataque de Trump al proceso democrático resultará en “muchos ataques similares en futuras elecciones, en Estados Unidos y en otros lugares”.

“El descrédito de la democracia, el sueño de Putin”, dijo en Twitter.

Efectos tangibles

Thomas Carothers, un experto en promoción de la democracia, señaló que naciones como Rusia, China y Egipto apenas necesitaban consejos de Trump sobre cómo oponerse a elecciones competitivas.

Pero estimó que el efecto sería más tangible en las democracias problemáticas, cuyos líderes ven cómo Trump puede reclamar descaradamente la victoria y encontrar algo de apoyo, pese a que Biden obtuvo casi seis millones más de votos y lo superó por 306-232 en el Colegio Electoral, que a la postre es el que vota al presidente.

“Ven el poder de ese enfoque, que incluso una sociedad tan educada y sofisticada en ciertos aspectos como Estados Unidos puede ser víctima de ese tipo de gran mentira”, dijo Carothers, del Carnegie Endowment for International Studies de Washington.

Hizo asimismo un paralelo con las denuncias de Trump de “fake news”, término ahora usado en todo el mundo por gobiernos que quieren amordazar a los medios.

Las naciones en las que la actitud de Trump podría servir de modelo incluyen a India, la democracia más grande del mundo que durante mucho tiempo ha tenido elecciones sólidas, pero donde el primer ministro de derecha Narendra Modi ha apuntado contra la sociedad civil, señaló Carothers.

También indicó que podría tener efecto en México, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda, clamó fraude en sus dos intentos previos por llegar a la primera magistratura y también es uno de los pocos líderes mundiales, junto con Putin, que no ha felicitado a Biden.

Desde los comicios del 3 de noviembre, el Departamento de Estado ha felicitado a los ganadores de varias elecciones en otros países, incluida Moldavia, cuyo presidente respaldado por Rusia concedió la victoria rápidamente.

El secretario de Estado Mike Pompeo, al que se le preguntó en una conferencia de prensa si Trump estaba obstaculizando los esfuerzos democráticos, calificó la pregunta de “ridícula” y dijo que Estados Unidos se toma tiempo para examinar todas las elecciones para ver si “reflejan la voluntad del pueblo”.

¿Funciona el sistema?

Las elecciones estadounidenses a menudo han sido complicadas, más notoriamente en 2000 cuando la Corte Suprema dio ganador al republicano George W. Bush por 537 votos en Florida, al vencerse los plazos para un recuento, en desmedro del demócrata Al Gore.

En 1960, los republicanos alegaron irregularidades en la victoria de John F. Kennedy, pero su candidato Richard Nixon no abogó por un recuento. Nixon escribió luego que no podía “pensar en un peor ejemplo para las naciones en el extranjero” que la sugerencia de que la Casa Blanca “podría ser robada en las urnas”.

Piers Pigou, un experto en África austral del International Crisis Group, estimó la postura de Trump podría tener un efecto dominó en una región donde muchos países no tienen procedimientos claros para la transición del poder.

Sin embargo, muchos observadores dijeron que podía enviar un mensaje opuesto: que, a pesar de tener todo el poder a su disposición, aún se espera que Trump deje el cargo el 20 de enero.

“La fortaleza de la democracia son sus instituciones”, dijo Jean Gaspard Ntoutoume Ayi, miembro de la opositora Unión Nacional de Gabón, donde una familia gobierna desde hace medio siglo.

“A diferencia de los países africanos, las instituciones de Estados Unidos sabrán como imponer la voluntad del pueblo estadounidense por encima de la locura de Trump”.

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