Quién quiere ahorrar, tiene tres formas de hacerlo: aumentar los ingresos, reducir los gastos o ambos. Para la mayoría de nosotros no es fácil aumentar sustancialmente los ingresos en el corto plazo. Claro, siempre se puede complementar de otra forma, como tener múltiples trabajos, pero esto también tiene un límite. Con lo que queda una sola opción realista para ahorrar más: eliminar el gasto innecesario.
Ahorrar no es fácil. Si lo fuera, todo el mundo lo haría. Hay ciertos pasos que, si los sigues, aumentan significativamente tus probabilidades de éxito.
Una herramienta clave para esto es hacer un presupuesto (de esto hablamos en una columna en este espacio, hace unas semanas)
Armar un presupuesto es hacer un plan. Un plan consistente con las posibilidades y metas de cada uno. Todos los meses debemos intentar apartar una parte de nuestros ingresos para ahorrar. Y la clave es: ahorro no es lo que sobra, es lo primero que aparto.
¿Porqué es tan difícil ahorrar?
¿Cuántos se proponen comenzar la dieta el lunes, pero, cuando llega el día, hay algo que los tienta y lo posponen? Lo mismo pasa con el ahorro: planeamos ahorrar, pero terminamos gastando. Porque siempre hay algo que queremos o que precisamos.
La falta de autocontrol no es un problema en el futuro. Es un problema ahora. Cuando tengo frente a mi algo que quiero.
Ahorrar es apartar una porción de mis ingresos para lograr objetivos financieros importantes: jubilación, comprarme una casa, pagar una deuda o financiar mi educación (o la de mis hijos).
Es muy humano buscar gratificación inmediata. Por eso es tan importante apartarlo primero. Ahorro no es lo que “sobra”. Es lo primero que aparto.
No es fácil ahorrar. Y no es un problema solo de Paraguay. Y no tiene que ver solo con lo que ganamos. Estudios muestran que a medida que más ganamos, más gastamos. Y aunque aumente sustancialmente el nivel de ingresos, los gastos acompañan, y seguimos sin ahorrar. Hay sociedades que ganan mucho menos que la nuestra y ahorran.
Ahorrar es, también, un hábito y algo cultural. Tiene que ver con lo que nos transmiten nuestras familias y está relacionado con nuestras experiencias de vida.
¿Por qué no ahorramos?
Las causas de la falta de ahorro en América Latina han ocupado a los economistas, sociólogos, organismos multilaterales y hacedores de política desde hace años. Dentro de los factores que lo explican, se encuentran el consumismo y el impulso por la gratificación inmediata.
También tiene que ver con cómo vemos al ahorro. Es mucho más placentero y lindo gastar. Y si al ahorro lo veo como dejar de comprarme algo que quiero, lo siento como una pérdida. Y eso no contribuye a ahorrar.
Hay muchos factores más, varios complejos y algunos que no son fáciles de revertir. Entre ellos se encuentran:
Falta de educación financiera. No es fácil trazar una hoja de ruta si no sé a dónde voy. De la misma forma, es difícil ahorrar y desarrollar un plan financiero si no tengo claro cuáles son mis objetivos financieros. Si no sé para qué ahorro e invierto.
Además, en general no somos conscientes de la cantidad de desafíos a los que nos enfrentamos, y que tenemos que ahorrar para prepararnos bien para enfrentarlos.
Y con frecuencia son temas complejos, de difícil comprensión.
Falta de sentido de urgencia, asociada a la dificultad de comprensión de ciertos temas y la intangibilidad (el retiro lo veo como algo tan lejano que me pienso que ya tendré tiempo de preocuparme en el futuro). Muchos tienen una tendencia a procrastinar: posponer tanto las cosas que hacerlas se nos vuelve mucho más difícil.
Hay, en muchos, una falta de confianza en el sector financiero. Acá también juega la falta de educación financiera: ¿cómo puedo confiar en un sistema que no entiendo cómo funciona? También hay una inercia y una falta de atención en la forma que gastamos. Esto, unido a una preferencia por el status quo, deriva en el desarrollo de hábitos de exceso de consumo y falta de ahorro.
¿Cómo ahorrar más?
Claramente no es fácil. Si no, no estaríamos, hace décadas, viendo cómo hacerlo y con escaso resultado. Hay cosas que sí están bajo nuestro control, que podemos cambiar. Y sobre las que debemos trabajar. Identificar el propósito, el para qué ahorramos. Si uno tiene un objetivo, una meta, es más fácil trazar un plan y llegar.
Cambiar la forma en que vemos y pensamos las decisiones relacionadas al ahorro. No ver el ahorro como una pérdida de consumo, sino como un medio para conseguir cosas que valoro y me importan.
Generar hábitos saludables, como planificar y armar un presupuesto.
Ahorrar cuando uno tiene un aumento de sueldo o un ingreso extraordinario. Así, se puede ahorrar sin bajar los gastos.
Identificar objetivos, internalizar los beneficios de ahorrar y planificar son los primeros pasos para generar hábitos saludables y superar la inercia del gasto. Y pensar en el ahorro como pensamos la cuenta de la luz: es el dinero que primero apartamos, como lo hacemos con la cuenta de la luz (ya que si no lo hacemos, nos la cortan).
Mejorar nuestro comportamiento a ahorrar no es algo menor. Lograr resiliencia financiera ayuda a vivir mejor.
*La autora tiene 25 años de experiencia en el mercado financiero y 29 años de docencia universitaria. Es conferencista y asesora de instituciones financieras, directora independiente, columnista en diario y TV y Presidente de CFA Society Uruguay. Es economista, CFA charterholder y graduada del programa de Liderazgo de la Escuela de Negocios de Harvard.