“Anatomía de una caída”: un thriller legal absolutamente imperdible

Cargada de suspenso y potencia emocional, este largometraje de la cineasta francesa Justine Triet se merece toda la atención que ha recibido en la temporada de premiaciones.

"Anatomía de una caída" está en cines de Paraguay.Neon
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El filme francés Anatomía de una caída, de Justine Triet, es un tremendo thriller legal, un atrapante drama familiar y una potente pieza de comentario sobre las virtudes y falencias de los sistemas judiciales por los que gran parte del mundo se rige y la relación entre crimen, castigo y percepción social.

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La historia gira en torno a la muerte de Samuel Maleski (Samuel Theis), quien es hallado en el suelo fuera de su casa por su hijo Daniel (Milo Machado Graner) y su esposa Sandra (Sandra Hüller). El hombre cayó desde el balcón del ático de la casa, pero las circunstancias exactas que llevaron a la caída son inciertas, y eventualmente dan lugar a la presunción de un crimen y la imputación de Sandra como sospechosa.

Triet y su co-guionista Arthur Harari tejen una historia que desde el primer momento trafica en un tipo de tensión incómodamente familiar e íntimo, de baja intensidad, pero siempre presente, de agresión pasiva. Samuel, desde fuera de pantalla, interrumpe una entrevista de Sandra, quien es escritora, poniendo música a todo volumen, dando una insinuación de discordia que precede inmediatamente al hallazgo del cuerpo.

Es el punto de partida de una hábil danza que la película hace al balancear la simpatía natural del público con Sandra, cuya perspectiva es la que compartimos, y la duda razonable sobre las circunstancias de la muerte de Samuel, en lo que se siente como una reflexión de la película sobre la paradoja de un proceso penal que en teoría debe ser imparcial y esterilizado de pasiones en su búsqueda de la verdad, un estándar no del todo posible por la propia naturaleza de los seres humanos que toman parte de él, activa o pasivamente.

En las atrapantes secuencias del juicio – para hacer que películas que trascurren principalmente en habitaciones de colores apagados con gente hablando se sientan realmente “cinemáticas” se requiere una medida especial de talento, y Triet lo logra de manera brillante –, la película nos desafía a tratar de no tomar partido sabiendo que es emocionalmente casi imposible que no veamos como una figura antagónica al fiscal que, de forma agresiva, intenta desmontar las defensas de Sandra y probar que el caso es un hecho de violencia mortal y no un accidente o suicidio.

Al final queda claro – tan claro que un personaje básicamente lo recita en discurso – el mensaje de que, aún a pesar de todas las salvaguardas, provisiones y protocolos que cientos de años de evolución en el derecho legal han producido, el destino de la vida de una persona aún puede estar, dada una combinación especial de circunstancias que impide establecer certezas, totalmente sujeta a la capacidad de uno u otro orador de convencer a un grupo de personas – sean magistrados o jurados – de que un supuesto es más probable que otro supuesto.

En paralelo al suspenso en la corte la película desgrana un drama familiar que es desgarrador de una forma igualmente sutil e incómodamente natural que la tensión de esas primeras escenas antes de la caída, a medida que el juicio va desvelando verdades íntimas que son dolorosamente aireadas ante la opinión pública.

La presentación visual que Triet le da a la película es fascinante, una mezcla entre tomas tradicionalmente “formales” para los momentos más subjetivos e íntimos de los protagonistas y planos más “amateur”, casi voyeurísticos, que dan un punto de vista “objetivo” e intrusivo, como si la película estuviera editada a base de las cámaras corporales de los policías que asisten en la recreación de la muerte de Samuel o el “feed” en bruto de las cámaras de medios de comunicación que filman el juicio.

Triet aprovecha ambos estilos para plasmar en toda su magnitud el tremendo trabajo de Sandra Hüller como una mujer cuya vida familiar experimenta un desmoronamiento en dolorosa cámara lenta. No debe ser ignorado el magnífico trabajo del joven Milo Machado Graner como Daniel, que logra vender de forma angustiantemente palpable la desesperación callada de un niño sujeto a los traumas del proceso judicial; el de Swann Arlaud como Vincent, el abogado defensor de Sandra; o incluso el gran trabajo de entrenamiento que resultó en la impresionantemente elocuente actuación del perro que interpreta a Snoop, el can de la familia Maleski.

La idea de un drama legal de dos horas y media puede resultar poco atractiva por instinto para mucha gente, pero Anatomía de una caída es tan atrapante y trepidante que hace que esos 150 minutos pasen volando.

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ANATOMÍA DE UNA CAÍDA

Título original: Anatomie d’une chute

Dirigida por Justine Triet

Escrita por Justine Triet y Arthur Harari

Producida por Marie-Ange Luciani y David Thion

Edición por Laurent Sénéchal

Dirección de fotografía por Simon Beaufils

Elenco: Sandra Hüller, Swann Arlaud, Milo Machado Graner, Samuel Theis, Antoine Reinartz, Jehnny Beth, Saadia Bentaieb, Camille Rutherford, Anne Rotger, Sophie Fillières

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