Seis años después de la última película de Guardianes de la Galaxia, el director y guionista James Gunn se reencuentra con los personajes que lo establecieron como uno de los realizadores más influyentes del Hollywood actual dominado por las adaptaciones basadas en cómics. Gunn firma un cierre digno para la mejor saga contenida dentro del “universo Marvel” y le da una bienvenida inyección de sangre y alma a la estructura cada vez más sintética y estéril de universo de Marvel Studios.
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Luego de ayudar en la batalla contra Thanos, los Guardianes de la Galaxia se han asentado en Knowhere, donde son atacados por un poderoso nuevo enemigo que deja gravemente herido al mapache Rocket (Bradley Cooper). Al descubrir que el ataque fue ordenado por el creador de Rocket, el resto de los Guardianes parten en una misión para intentar salvar la vida de su amigo.
El hilo central de la saga Guardianes y gran parte del resto de la filmografía de Gunn ha sido un amor por el paria, el rechazado, por seres que se sienten como piezas de rompecabezas que no encuentran su hueco en el mosaico de la existencia, y en esta tercera película el director finalmente termina de tallarles esos huecos, centrándose principalmente en Rocket, cuyo trágico origen es explorado por medio de conmovedores “flashbacks” en los que las razones tanto de su físico de mapache mutante como su genio técnico y su amargura y agresividad quedan dolorosamente evidentes.
En secuencias que casi exclusivamente muestran a animales parlantes creados por computadora, Gunn despliega más corazón y humanidad que lo que varias películas enteras de la etapa más reciente del universo Marvel logran conjurar todas juntas.
Pero si bien Rocket es el núcleo de la historia – y sigue siendo uno de los mejores papeles de Cooper, cuyo trabajo como actor de voz es excelente –, la película se asegura de concluir de forma potente – aunque quizá algo apresurada por momentos, dado lo cargado que está el elenco – de todos los Guardianes, dando a Peter (Chris Pratt) un final poético que hace eco con su primera escena de la saga, cuando huye del hospital tras la muerte de su madre; rescatando a Drax (Dave Bautista) de ser simplemente un elemento cómico y devolviéndole algo de la profundidad paternal que había perdido y cerrando de forma entrañable el arco redentivo de Nebula (Karen Gillan).
Lo más inesperadamente impresionante, sin embargo, es lo que logra hacer con Gamora (Zoe Saldaña), luego de que las películas de Avengers (spoilers para Infinity War y Endgame) mataran a la versión del personaje de las dos Guardianes anteriores y la reemplazaran con una versión suya traída del pasado, que no conocía a Quill y compañía. Gunn logra maniobrar ese hilo argumental heredado hacia una bella y agridulce conclusión sobre el amor después del romance, además de darle a Saldaña la posibilidad de divertirse interpretando a una versión más agresiva y antagónica - pero no menos humana – del personaje.
Gunn claramente conoce a las versiones que creó de estos personajes a un nivel celular, y ese conocimiento íntimo se traduce en un guion lleno de belleza caótica.
También de excelente actuación Chukwudi Iwuji como el Alto Evolucionador, el villano del filme, un científico loco de enorme crueldad y aún mayor ego que cruza erráticamente la línea entre ridículo y genuinamente aterrador en su despiadada persecución de un nivel irreal de perfección sintética que implica el sacrificio de la individualidad y de cualquier forma de vida que no alcance esos estándares imposibles.
Mucho se ha hablado recientemente del declive en la calidad visual de las películas de Marvel y el hecho de que sus estudios de efectos especiales se ven sometidos a condiciones tóxicas de trabajo por parte de un estudio indeciso en sus exigencias y reacio a remunerar su trabajo como corresponde, algo que a menudo se traduce en imágenes planas donde la ilusión de la pantalla verde es demasiado obvia y efectos que parecen a medio terminar.
Uno no puede decir con certeza que las condiciones de trabajo en Guardianes 3 hayan sido mejores, pero al menos da la impresión de una película con una visión mucho más clara desde el principio, porque el acabado visual de la película ciertamente está muy por encima del resto de lo que Marvel ha puesto en pantallas en los últimos años, con escenarios que se sienten como lugares reales dentro de la fantasía de ciencia ficción de la película en vez de simples protectores de pantalla animados; mención especial para la maravillosamente repugnante estación espacial orgánica en la que una secuencia clave hacia la mitad de la película trascurre.
También la acción está leguas por encima de la media actual de Marvel, en particular una excelente secuencia de acción hacia el final del filme que se siente como una versión mucho más avanzada de la icónica escena de los Avengers trabajando juntos en su primera película juntos, solo que mucho mejor porque aquella escena no tenía una canción de los Beastie Boys como fondo musical.
Guardianes de la Galaxia Vol. 3 es una gran despedida para el entrañable grupo de bribones espaciales y un recordatorio de lo buenas que estas películas basadas en cómics pueden ser cuando son hechas con una visión que va más allá de la simple expansión de una marca lucrativa.
Calificación: 4/5
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GUARDIANES DE LA GALAXIA VOL. 3
Título original: Guardians of the Galaxy Vol. 3
Dirigida por James Gunn
Escrita por James Gunn
Producida por Kevin Feige
Edición por Greg D’Auria y Fred Raskin
Dirección de fotografía por Henry Braham
Banda sonora compuesta por John Murphy
Elenco: Chris Pratt, Zoe Saldaña, Bradley Cooper, Dave Bautista, Vin Diesel, Karen Gillan, Pom Klementieff, Chukwudi Iwuji, Sean Gunn, Will Poulter, Elizabeth Debicki, Linda Cardellini, Maria Bakalova, Daniela Melchior, Sylvester Stallone