El nuevo intento de Nintendo de llevar al cine a su más icónica saga de videojuegos, Super Mario Bros., es un impresionante espectáculo que sin duda tendrá más que satisfechos a los niños y a quienes llevan décadas siguiendo las aventuras digitales de Mario, Luigi, Peach y compañía, pero ofrece poco para cualquiera que no se incluya en uno de esos dos grupos.
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La historia sigue a Mario (Chris Pratt) y Luigi (Charlie Day), dos fontaneros de Nueva York que por accidente cruzan al Reino Champiñón, un mundo mágico donde la gobernante de ese reino, la princesa Peach (Anya Taylor-Joy) intenta detener una invasión de las fuerzas del malvado conquistador Bowser (Jack Black).
Esta nueva película, creada por el estudio Illumination – los creadores de Mi villano favorito y Minions – resulta ser un ejemplo bastante iluminador de por qué transplantar videojuegos al cine con fidelidad al material de origen como obejtivo central probablemente nunca va a ser una buena idea, al menos en casos en que los juegos ya no vienen con un alto grado de influencia del cine (como es el caso, por ejemplo, con la muy buena adaptación a serie del altamente cinematográfico The Last of Us de Naughty Dog).
Adaptar algo como The Last of Us parece relativamente fácil porque juegos como ese ya están centrados en contar una historia con foco en diálogos, drama y relaciones entre personajes, por lo que una adaptación puede simplemente recrear las escenas de “argumento” más o menos directamente y simplemente obviar o resumir los grandes pasajes de “juego” sin que se pierda mucho de valor para la historia al sacrificar la interactividad.
La cosa cambia totalmente cuando se adaptan juegos de una época en la que la narrativa era secundaria en relevancia ante las mecánicas de juego. Nadie jugaba Super Mario Bros., o Double Dragon, o Street Fighter, o Mortal Kombat por sus historias, y es por eso que las adaptaciones al cine de esos juegos en los ‘90 se veían obligadas a inventar y reimaginar las cosas de forma a menudo radical, para la confusión y las críticas de fans de los juegos y el público en general.
La nueva película de Super Mario emula muy fielmente a los juegos, cuyos argumentos siempre pueden ser fácilmente resumidos en una oración corta, pero que eso sea suficiente para una serie de juegos que ostentan algunos de los diseños de niveles y mecánicas de juego más bien trabajados de toda la historia de esa joven forma de arte no quiere decir que también sea suficiente para una película que, lógicamente, no se puede jugar.
Y en vez de crear algo interesante para llenar sus modestos 90 minutos de duración, la película decide recostarse a dormitar en los laureles que Shigeru Miyamoto y compañía plantaron a lo largo de cuatro décadas de juegos, convirtiendo la película en una serie vacía de referencias a personajes o juegos enteros, capaces de ocasionalmente sacar alguna sonrisa a los fans de los juegos y con suficiente colorido y acción para mantener la atención de los niños, pero que no son suficientes para crear una historia interesante.
Ciertamente es una película preciosa en lo visual. Illumination nunca ha tenido el pedigrí de Pixar o DreamWorks, pero la calidad de la presentación de sus películas tiene poco qué envidiar a esos premiados estudios, y en sus momentos de mayor impacto la película se siente auténticamente enorme. Los muy ligeros cambios hechos a los diseños de los personajes de Nintendo les dan muchísima personalidad. Como puro espectáculo es más que aceptable y ocasionalmente - como en la secuencia inspirada en Mario Kart - de verdad impresionante.
Pero incluso en la presentación la película tropieza, quizá en el único caso en que los realizadores optan erróneamente por no ser excesivamente fieles a los juegos: la banda sonora.
Hay muchos instantes en que el compositor Brian Tyler crea hermosas remezclas y composiciones basadas en las maravillosas canciones de Koji Kondo para los juegos, pero en vez de aprovechar esa unión artística al máximo, demasiado a menudo la película opta por ahogar esa música con algunas de las canciones licenciadas más gastadas de la historia: realmente ya no hace falta que volvamos a escuchar Holding out for a Hero de Bonnie Tyler, Take on me de A-Ha o Thunderstruck de AC/DC en ninguna película.
No se puede decir que la película de Super Mario Bros. sea un fracaso de ejecución porque la impresión que da es que un desfile vacío de referencias y colores bonitos era exactamente el objetivo de los realizadores. Sí se puede decir que es un fracaso de ambición artística y una imitación plana y superficial de los juegos que la inspiraron.
Calificación: 2/5
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SUPER MARIO BROS.: LA PELÍCULA
Título original: The Super Mario Bros. Movie
Dirigida por Aaron Horvath y Michael Jelenic
Escrita por Matthew Fogel (basada en una serie de videojuegos de Nintendo)
Producida por Christopher Meledandri y Shigeru Miyamoto
Edición por Eric E. Osmond
Banda sonora compuesta por Brian Tyler
Elenco: Chris Pratt, Anya Taylor-Joy, Charlie Day, Jack Black, Keegan-Michael Key, Seth Rogen, Fred Armisen, Sebastian Maniscalco, Charles Martinet, Kevin Michael Richardson, Scott Menville, Khary Payton