“Glass Onion”, un entretenido regreso del detective Benoit Blanc

Daniel Craig y el cineasta Rian Johnson vuelven a unir fuerzas en una continuación del éxito sorpresa de 2019 “Entre navajas y secretos” que divierte, aunque sin llegar a las alturas de la primera película.

Daniel Craig protagoniza "Glass Onion", estrenada en Netflix.Netflix
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(Disponible en Netflix)

Con su sorpresivo éxito de taquilla de 2019 Entre navajas y secretos, el cineasta Rian Johnson – quien por un tiempo se convirtió en el hombre más odiado de ciertos sectores de la internet por atreverse a hacer una película de Star Wars que hacía cosas nuevas en vez de regurgitar referencias – creó su propio giro de las historias detectivescas al estilo de las novelas de Hercule Poirot de Agatha Christe, con su propio excéntrico detective de acento peculiar investigando intrigas mortales en la alta sociedad. El merecido éxito de la película en taquilla le permitió a Johnson convertir esa idea en una saga, y ahora esta regresa con una segunda obra que, si bien no llega a igualar la calidad de su predecesora, sigue cargando con más que suficiente cerebro e ingenio.

La historia es totalmente independiente de la película anterior, más allá de la presencia del peculiar detective Benoit Blanc (Daniel Craig), quien en esta ocasión recibe una invitación para una reunión en la isla privada de Miles Bron (Edward Norton), un multibillonario magnate de la tecnología. Junto con el círculo íntimo de amigos de Bron, Blanc viaja a la isla en aguas griegas, donde viejas intrigas y rencores acaban teniendo consecuencias mortales.

Debido al hecho de que estas películas, como las historias de Poirot, Sherlock Holmes y otros “caballeros detectives” de la literatura clásica; están hechas como historias independientes más allá del denominador común del genio de la lógica que las protagoniza, se podría considerar injusto comparar a Glass Onion con Entre navajas y secretos, pero las diferencias entre ambas películas son interesantes, así que seamos injustos por un momento.

Durante su primera mitad, Glass Onion se siente dispersa e inerte, impulsada por el gran elenco de personajes superficiales pero entretenidos (Johnson armó un elenco igual de impresionante que el de la primera película, eso es innegable) en vez de por la fuerza de su misterio, y el hecho de que la película carece de un personaje central (aparte de Blanc) que sirva como centro gravitacional para el público entre tantos ricos excéntricos - como el rol que cumplía el personaje de Ana de Armas en la primera película - no ayuda.

Eventualmente la película revela su gran giro hacia la mitad y repentinamente gana ese personaje central que le faltaba y ese énfasis en la historia que se echaba en falta, y en esa mitad final la película gana enormemente en emoción, pero durante esa primera mitad la película se apoya demasiado en referencias a la cultura popular y el tipo de humor que uno tiene que estar muy consciente de lo que pasa en Twitter para entender.

Eso último podría considerarse una consecuencia inevitable del hecho de que Johnson apunta a un blanco mucho más específico con su sátira social en esta ocasión, poniendo como antagonista principal a un magnate que bien podría ser una amalgama de fantasía de Elon Musk con Mark Zuckerberg, cuyo círculo de amigos íntimos - con quienes su relación cambia de forma radical a lo largo del filme – incluye a una política de alto perfil, un subordinado científico y figuras del entrenamiento; Johnson pinta a Miles Bron como una especie de presuntuoso dragón moderno, aislado en la montaña figurativa que es su isla griega, acumulando tesoros materiales e influencia económica, política y cultural.

Incluso la decisión de Johnson de hacer que la película sobre un grupo de “élite” que viaja a Grecia trascurra en los primeros meses de la pandemia global de covid-19, cuando el mundo entero estaba encerrado en incertidumbre, sirve para subrayar sutilmente a Bron como un avatar de la forma en que las reglas por las que el 99,9 por ciento del mundo de vivir no aplican a aquellos que acumulan la riqueza e influencia necesarias para comprar excepciones.

En lo visual, Johnson y sus colaboradores hacen el trabajo excepcional al que nos tienen acostumbrados. El complejo isleño de Bron es un impresionante monumento a la opulencia sin gusto que, junto a la actuación de un Norton extremadamente hábil a la hora de interpretar a criaturas irritantes, hace un gran trabajo en caracterizar de forma visual al personaje; y la fotografía del gran Steve Yedlin le da a todo el filme una palpable frescura mediterránea que contrasta con creciente ironía con el caos que va aumentando gradualmente en la isla.

En el rol principal, Craig sigue claramente disfrutando la oportunidad de hablar en el acento sureño estadounidense más caricaturesco posible, y el elenco de coloridas personalidades que componen los demás invitados a la isla nunca deja de arrancar alguna risa: mención especial para Dave Bautista como un controversial “youtuber” que nunca va a ningún lado – ni siquiera a la piscina – sin una pistola, para Kate Hudson como una supermodelo retirada y para Jessica Henwick como su atormentada asistente.

Aunque Glass Onion se sienta como un éxito menor al logrado por Entre navajas y secretos, sigue siendo un éxito, y la idea de volver a encontrarnos con Benoit Blanc en otro misterio en el futuro – hay al menos una película más en camino – sigue siendo una idea atractiva.

Calificación: 3/5

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GLASS ONION

Dirigida por Rian Johnson

Escrita por Rian Johnson

Producida por Rian Johnson y Ram Bergman

Edición por Bob Ducsay

Dirección de fotografía por Steve Yedlin

Banda sonora compuesta por Nathan Johnson

Elenco: Daniel Craig, Janelle Monáe, Edward Norton, Kate Hudson, Dave Bautista, Kathryn Hahn, Leslie Odom Jr., Jessica Henwick, Madelyn Cline, Noah Segan

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