(Disponible en Disney+)
Todos sabemos que Pixar ya no es tan consistente como lo fue en el pasado. Esa inmaculada década del 2000 suya, un período de tiempo en que el estudio sacó clásico tras clásico casi sin interrupción, dio lugar a una década del 2010 en la que su trayectoria casi perfecta se vio desdibujada por algunos filmes mediocres como Cars 2 o Un gran dinosaurio.
Sin embargo, incluso en esa década Pixar se anotó alguna que otra obra maestra, y la más brillante de todas fue sin duda la maravillosa Intensa-Mente en 2015. Y es el director de ese filme, Pete Docter, quien de nuevo regresa para darle a Pixar su primera obra maestra de esta nueva década.
Soul es la historia de Joe Gardner (Jamie Foxx), un pianista de jazz y profesor de música de Nueva York, que ha vivido lo que considera una vida sin destaque, incapaz de cumplir sus sueños de éxito musical, hasta el día en que se le presenta la oportunidad de tocar con la banda de la prestigiosa saxonofista Dorothea Williams (Angela Bassett). Sin embargo, cegado por su alegría ante la noticia, Joe acaba sufriendo un accidente y su alma va al más allá.
Rehusandose a aceptar que su muerte llegue el mismo día en que su sueño se iba a cumplir, Joe acaba cayendo al lugar donde las almas habitan antes de venir a la Tierra, donde estas almas forman sus personalidades y descubren su “chispa”, lo que los inspirará en la Tierra. Joe acaba siendo asignado a 22 (Tina Fey), un alma apática que ha pasado miles de años sin recibir su chispa y que no tiene intención de nacer, y ambos acaban haciendo un trato: Joe ayudará a 22 a descubrir su “chispa” a cambio de que esta le de a él su pase para volver a la vida.
Como en Intensa-Mente, donde Docter y su equipo ilustraban conceptos psicológicos bastante complejos de forma accesible y cómica, Soul hace lo propio con ideas más metafísicas sobre cómo funciona la mente humana, sobre por qué somos como somos, amamos lo que amamos y vivimos como vivimos.
Conceptos como la “zona”, ese momento de inspiración absoluta de un artista o un deportista cuando están haciendo lo suyo como en un trance; o la idea de que uno puede transformar una actividad en una obsesión y acabar desconectándose de su propia vida – ilustrado como almas que se transforman en monstruosidades oscuras cuyas palabras son ininteligibles – son ideas complicadas que el filme ilustra de forma elegantemente simple.
Y aunque las ideas y conceptos que maneja el filme son pesadas, se manipulan con una ligereza que igual deja lugar para momentos de buena comedia; la idea de que 22 ha tenido a varias figuras históricas como mentores antes de Joe o lo que ocurre hacia la mitad del filme cuando la acción regresa a la Tierra son enormemente entretenidos sin dejar de ser inteligentes y conmovedores.
Visualmente el filme es una maravilla, como es de esperar de una película de Pixar. Las escenas en la Tierra son una aplicación mucho más acertada de ese contraste entre ultrarrealismo en entornos con personajes caricaturescos que no terminaba de funcionar en Un gran dinosaurio, y las secuencias en el más allá tienen una cualidad cálida y acogedora sin dejar de ser ligeramente alienígena, en particular en los cuidadores de ese plano existencial, que aparecen como simples dibujos bidimensionales de líneas que son soprendentemente expresivos y versátiles para diseños que a primera vista parecen sencillos.
Mención aparte merece la maravillosa banda sonora que Trent Reznor y Atticus Ross compusieron para el filme.
Reznor y Ross – que formaban la influyente banda de rock alternativo Nine Inch Nails – son una curiosa elección para una película familiar, habiendo pasado la mayor parte de su carrera como compositores de cine firmando partituras de alta tensión y ominosa atmósfera electrónica para los filmes de directores como David Fincher, pero su estilo etéreo y ligeramente siniestro acaba traduciéndose en una especie de dulce melancolía que complementa de forma perfecta el filme y en sus momentos más altos lo hace brillar.
Hay una escena hacia el final del filme que es perfecta en una forma muy similar a la inolvidable secuencia inicial de Up – otra película de Docter –, y de la misma forma en que aquella secuencia sin diálogo de Up tomaba vuelo gracias a la excelente música de Michael Giacchino, la secuencia cumbre de Soul lo hace gracias a la preciosa melodía de Reznor y Ross que la acompaña.
Ese momento es también cuando la tesis del filme termina de hacerse explícita: durante toda la película Joe ha perseguido ese momento de éxito musical como su propósito, convencido de que toda su vida antes de su hipotético salto a la fama con Dorothea Williams ha sido una vida mal vivida, desperdiciada y sin importancia, y en ese hermoso momento, sin diálogo más allá de un breve “flashback” auditivo, la película transmite un mensaje que se siente particularmente relevante en un año que muchas personas sienten ha sido “perdido” de una forma u otra, dadas las circunstancias.
Momentos como ese son cine puro, un matrimonio perfecto entre todas las formas de arte que influyen en su producción, y son poco frecuentes, pero son momentos en los que Pixar se ha especializado; son momentos que transmiten ideas y conceptos complejos de forma maravillosamente accesible para todo público.
Y es por filmes como Soul que, aún con sus recientes tropiezos, la idea de una nueva película de Pixar sigue siendo enormemente emocionante, y cada estreno suyo una cita obligatoria para cualquier persona que guste del buen cine, sea de la edad que sea.
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SOUL
Dirigida por Pete Docter
Co-dirigida por Kemp Powers
Escrita por Pete Docter, Kemp Powers y Mike Jones
Producida por Dana Murray
Edición por Kevin Nolting
Dirección de fotografía por Matt Aspbury y Ian Megibben
Banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross
Elenco: Jamie Foxx, Tina Fey, Graham Norton, Rachel House, Alice Braga, Richard Ayoade, Angela Bassett, Phylicia Rashad, Donnell Rawlings, Questlove, Wes Studi, Daveed Diggs, June Squibb