(Disponible en Netflix)
Más allá de la Luna marca el debut como director del veterano animador e ilustrador Glen Keane, una de las figuras clave del período de “renacimiento” de Disney que comenzó en 1988 con el estreno de La sirenita y se extendió durante la siguiente década.
La mano de Keane en los diseños y la lujosa animación de personajes fue un factor clave en el éxito mundial de películas como Aladdin, La Bella y la Bestia, El planeta del tesoro o Enredados, y ahora este trae toda esa experiencia un filme que se engalana en mitología china para contar una historia que, aunque por momentos se siente demasiado derivativa de los filmes que su director ayudó a moldear décadas atrás, acaba distinguiéndose gracias a una estética única y esplendorosa, y un núcleo emocional que explora con delicadeza un tema tan complejo como el duelo tras la muerte de un ser querido y lo hace de forma accesible para espectadores de todas las edades.
Nuestra protagonista es Fei Fei (Cathy Ang), que creció oyendo de su madre la trágica leyenda de la diosa inmortal Chang’e, que vive en la Luna a la espera de poder reunirse con el amor de su vida, un guerrero que dejó de existir hace miles de años. Cuando aún es una niña pequeña, la madre de Fei Fei fallece a causa de una enfermedad.
Años después, Fei Fei ha crecido desarrollando un prodigioso intelecto científico, pero nunca ha dejado de creer en la leyenda de Chang’e, y cuando descubre que su padre ha iniciado una relación con otra mujer y planea casarse, Fei Fei decide construir una nave espacial para ir a la Luna, encontrar a Chang’e para probar su existencia.
La película empieza débil; el montaje musical al principio del filme se siente demasiado como una versión inferior de la inolvidable secuencia inicial de Up, con sus temas similares de belleza y melancolía en el contexto de la pérdida de un ser querido.
Eso, y el hecho de que ese par de primeras canciones se sienten como que podrían haber sido copiadas de cualquier película de Disney de la era del “renacimiento”; la canción “Cohete a la Luna”, que Fei Fei canta mientras idea su plan de viaje espacial, es particularmente notable en lo cercana que se siente a otras canciones en plan “yo quiero” que normalmente abren las aventuras de los héroes y heroínas de Disney; se siente cortada con la misma tijera que “Part of your world” de La Sirenita o “Out there” de El jorobado de Notre Dame, pero menos memorable.
La película no termina de despegar, paradójicamente, hasta que Fei Fei y su irritante potencial hermanastro Chin (Robert G. Chiu) despegan y llegan a la Luna, donde el filme finalmente se permite desplegar todo su espectáculo visual en la ciudad de Lunaria, cuya arquitectura futurista minimalista y su estética bioluminiscente le dan una textura y una identidad única.
Incluso la música se despega del esquema tradicional de Disney con la aparición de Chang’e (con la voz de Philippa Soo), que es presentada como una mezcla de reina y estrella pop – que hace lucir el impresionante trabajo de diseño de vestuario de los realizadores -; su canción de presentación, “Ultraluminaria”, es fácilmente la mejor de la película, un enérgico “mix” de pop y música dance de esos que son extremadamente difíciles de exorcisar de la cabeza de uno.
Las similitudes con Disney nunca desaparecen, pero más allá de esos primeros minutos algo tambaleantes, esas similitudes nunca molestan; por supuesto que Fei Fei tiene que tener una mascota adorable que la acompañe, pero está bien porque es uno de los conejos más adorables en la historia del cine animado; y claro que hay un personaje no humano que contribuye comedia, un entrañable pangolin de jade (con la voz de Ken Jeong) que podría ser un plagio directo de personajes como Olaf de Frozen, pero su presencia tiene auténtico peso emocional más allá de las risas fáciles.
Todo eso está muy bien pero donde la película brilla es en la exploración del duelo y la necesidad de la aceptación ante la muerte de un ser querido, un tema enormemente pesado y complicado que la película hace ligero y accesible sin quitarle su importancia, y la forma en que Fei Fei se aferra al pasado como si mirar para adelante fuera una traición a la memoria de su madre, y eventualmente va descubriendo que eso no solo no es saludable, sino que en realidad no es lo que quiere a un nivel subconsciente es genuinamente conmovedora, y la forma en que Chang’e hace eco a ese drama con su propia historia es elegante de una forma que filmes para niños no siempre se toman la molestia de ser.
Aunque la banda sonora podría y debería un poco más memorable, Más allá de la Luna es emocionante, conmovedora, divertida y visualmente alucinante; un bienvenido filme de animación de alto nivel en un año que, con los cines aún cerrados, no ha visto muchas películas similares.
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MÁS ALLÁ DE LA LUNA (Over the Moon)
Dirigida por Glen Keane
Escrita por Audrey Wells
Producida por Peilin Chou y Gennie Rim
Edición por Edie Ichioka
Banda sonora compuesta por Steven Price
Canciones originales de Helen Park, Christopher Curtis y Marjorie Huffield
Elenco: Cathy Ang, Philippa Soo, Robert G. Chiu, Ken Jeong, John Cho, Sandra Oh, Margaret Cho, Kimiko Glenn, Ruthie Ann Miles