High Life es una de esas películas que lo tienen a uno pensando y descifrando escenas, motivos y simbolismos durante y después de la función, una película que transmite ideas complejas y desafiantes en una manera compleja y desafiante – uno incluso podría decir “hostil” - que usa el espacio interestelar no solo como escenario tangible sino como una representación de la humanidad atrapada en el vacío de su propia oscuridad interna.
Esa humanidad está representada en la película por una tripulación compuesta exclusivamente de asesinos condenados a muerte o cadena perpetua, lanzados al espacio como una forma alternativa de cumplir sus penas, emprendiendo una misión para extraer energía de un agujero negro en un proceso que de todas formas casi con seguridad los mataría.
Pero la científica a bordo de la nave, Dibs (una amenazante Juliette Binoche) lleva adelante otro experimento, intentando probar si la reproducción humana en un entorno espacial es posible. Y eventualmente la naturaleza violenta de algunos de los tripulantes, las maquinaciones de Dibs y el aislamiento enloquecedor del espacio acaban desatando el caos en la nave.
El guión de la directora Claire Denis y Jean-Pol Fargeau es de aquellos que exigen atención para armar la línea de tiempo de la película, porque presenta los eventos de forma desordenada, saltando entre introducción, medio y conclusión sin ninguna intención de hacerle las cosas fáciles al espectador.
A lo largo de estos eventos nos centramos principalmente en Monte (un extraordinario Robert Pattinson), un joven prisionero que se rehusa a participar de los experimentos sexuales de Dibs
Como sus compañeros de tripulación, Monte es víctima y victimario, garrote y herramienta. Lo poco que vemos de la Tierra en la película, en brevísimos “flashbacks”, pinta un mundo moribundo y una juventud sin futuro, donde un acto sin sentido de violencia devuelto con más violencia fue lo que hizo que Monte acabe disparado a los confines del espacio en un viaje de ida.
Los tripulantes parecen productos de un mundo y un sistema destructivo, enviados a autodestruirse por motivos vagos e incomprensibles, y despojados de su humanidad por las estipulaciones del viaje y los igualmente ilógicos experimentos de la científica. Pero la reticencia de Monte de participar, de integrar otro sistema arbitrario dentro del ambiente al que el sistema anterior lo condenó, lo lleva a alcanzar cierto nivel de iluminación que aún así acaba en un desenlace sin respuestas concretas.
De a poco, a medida que avanza, el rompecabezas de la película va tomando forma, pero siempre manteniendo una ambigüedad que obliga al espectador a aplicarle su propia interpretación a la película, y negándole incluso cualquier tipo de deleite visual como el que las películas que trascurren en el espacio suelen tener.
El espacio en High Life es pura oscuridad, un vacío en todo sentido.
High Life es muy distinta al tipo de película de ciencia ficción que habitualmente llega hasta cines de este país, y puede resultar una experiencia incómoda. Ciertamente tiene la provocación como una prioridad más alta que el entretenimiento, pero es una fascinante exploración de la capacidad humana tanto para el salvajismo como para cuidar y preservar la vida aún en las situaciones más extremas, y es una película que recompensa a una mente abierta y paciente con mucho en qué pensar.
--------------------------------------------------------------------------------
HIGH LIFE
Dirigida por Claire Denis
Escrita por Claire Denis y Jean-Pol Fargeau
Producida por Laurence Clerc, Oliver Dungey, Christoph Friedel, D.J. Gugenheim, Andrew Lauren, Klaudia Smieja, Claudia Steffen y Olivier Théry-Lapiney
Edición por Guy Lecorne
Dirección de fotografía por Yorick Le Saux y Tomasz Naumiuk
Banda sonora compuesta por Stuart Staples y Tindersticks
Elenco: Robert Pattinson, Juliette Binoche, Mia Goth, André Benjamin, Agata Buzek, Lars Eidinger, Claire Tran, Ewan Mitchell, Gloria Obianyo, Jessie Ross