Magalí Benítez (piano), Julieta Morel (batería) y Jair Galeano (bajo eléctrico) se juntaron como ensamble en la carrera de Música, de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción, sin tener mucha idea de lo que el futuro tendría preparado para ellos.
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De buscar “salvar” una materia, según contaron entre risas, hasta lanzar un disco, para ellos todo se fue dando de la forma más orgánica posible. Esa organicidad fue un componente que ha aportado a que este proyecto suene sincero. Además, sus nobles intenciones son hoy una realidad que pasan a sumar en la construcción de la historia de la música de nuestro país.
Así, han dado vida al álbum “Majuja Trío”, primer trabajo que incluye cinco composiciones, entre obras de Kucky Rey, Pinchi Cardozo Ocampo, Magalí Benítez y el compositor argentino Francisco Rivero. Fue grabado en Mix Estudio y mezclado y masterizado por David Dapozzo. El trío destaca que el disco fue posible gracias al apoyo del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes.
Los tres recuerdan cómo aquellas conversaciones en la universidad, tanto serias como divertidas, han ido forjando su camino, uno que quizás sin pensar los trajo hasta aquí. “Todo se fue dando de manera orgánica. Los tres nos veíamos bastante comprometidos y esa responsabilidad fue creciendo a medida que íbamos compartiendo más escenarios. Yo creo que lo importante fue que íbamos creciendo musicalmente juntos y personalmente también, eso hizo que nos compenetráramos mucho más y podamos fijar un meta en común”, comenzó explicando Julieta.
En tanto, Jair aportó un pensamiento desde su visión, indicando que para él nunca hubo un momento específico en el que dejaron de ser estudiantes para pasar a ser Majuja. Todo se dio de manera simbiótica, mientras abordaban igualmente otros géneros musicales. “Eso está bueno porque pudimos explorar varias cosas, estilos que queríamos hacer que por ahí no iban tanto con nosotros, pero después sí encontramos una identidad musical”, reconoció.
A su turno, Magalí señaló que la receptividad que el grupo tenía en los eventos de la universidad o entre los profesores, les hacía latir el corazón hacia una apuesta segura. “En cada evento sí o sí tocábamos. Después ya no era juntarnos a ensayar por los exámenes sino porque ya había un concierto en la facultad y después ya surgía la posibilidad de tocar en bares, como Mburucujazz o Drácena en ese entonces”, recordó la pianista y compositora.
Asimismo, subrayó que los principales pilares para el grupo han sido y son siempre la amistad y la buena onda, factores sin los cuales el proyecto no podría funcionar. A veces tocan un par de temas y se pasan hablando media hora o más, o almuerzan juntos, afianzando su relación, esa que confirma la senda trazada y alinea los valores artísticos y musicales. “Todo eso hace que no se sienta como una obligación o un laburo, para mí la amistad traspasa en la conexión musical”, refirió la música.
Además, puntualizó que para lograr sus objetivos tenían que intentar a pesar de cualquier obstáculo. “Una de las trabas más grandes de un proyecto es siempre la parte económica, porque empezamos siendo muy pibes, ninguno tenía trabajo entonces todo era a puro pulmón. Íbamos en colectivo a los ensayos, hasta que fuimos aprendiendo a aplicar a fondos culturales nacionales y también eso tuvo una curva de aprendizaje porque no se dio a la primera, no tiramos la toalla e insistimos hasta que se dio”.
Una identidad marcada
Es así que el grupo corona el año 2024 con su primer material, con el cual pretenden aportar una mirada propia dentro de la música paraguaya contemporánea, difundiendo obras poco conocidas de autores nacionales y una obra propia. La sonoridad del álbum fusiona las raíces de la música paraguaya con elementos del jazz, reflejando la búsqueda sonora de la agrupación.
Pero habiendo pasado en la universidad por la exploración de todo tipo de ritmos, ¿cómo se vuelca un grupo hacia una búsqueda específica con la música paraguaya? “Creo que inconscientemente nos dábamos cuenta que íbamos proponiendo temas de autores nacionales que nos gustaban mucho, ya sea para sacarlos y explorarlos en la cátedra de ensamble como más allá de eso en los shows”, piensa Magalí.
En ese sentido, afirma que si bien exploraron de todo sonoramente en la universidad, hay un punto donde convergen los tres y es el gusto por la música paraguaya. “También estamos influenciados por los músicos de la escena que fueron nuestros profesores, que tienen trabajos de música paraguaya, como Pedro Martínez. Esa clase de propuestas nos ayudaron a entender que era el camino más lógico a seguir. Además, nos dábamos cuenta que entre tocar swing y música paraguaya, nos salía mejor tocar música paraguaya, jazz paraguayo”.
Entonces apostaron por abrazar ese camino y ponerle la firma a la identidad Majuja. La baterista explica que para armar el disco cada uno llegó con una propuestas de temas que le gustaban, los pusierons sobre la mesa y empezaron a seleccionar y armar el mapa sonoro que mostrarían, siempre con una justificación bajo el brazo.
“La lista y el orden de temas también se pensó y creo que quedó bastante bien, porque fue una seguidilla de temas entre algo un poco más rápido y cargado, algo más lento con menos info, y Maga sugirió tener un tema propio y quedó el que compuso ella. Así se dieron las decisiones en cuanto a eso y el concepto. Hay entre temas que ya habíamos tocado antes y otros temas que no, que tocamos para el disco, con arreglos nuevos”, detalló Julieta.
Magalí destacó la idea de las decisiones, entre temas que les gustaran “demasiado” o temas que no existen ni siquiera versiones en plataformas digitales. “Lo hicimos como una forma de registro ya en pos de la cultura y de que esto exista, como ‘Asunción 2002′ (Mauricio “Pinchi” Cardozo Ocampo), un tema que nos gusta muchísimo a los tres. Conocimos el ensamble y hasta la fecha no existía una versión ni siquiera en YouTube tocado en vivo en el formato original. Entonces era también ese compromiso también de: vamos a darle vida a esta obra”, relató.
“Después está ‘Malambop’ (Francisco Rivero), que tampoco existe en formato grabación de estudio, solo hay un concierto en vivo en YouTube; pero son temas increíbles, que no están quizás por cosas de informalidad en la música que no se registra. Entonces era un doble compromiso. Estamos sacando un disco que no solo expone nuestra identidad sino que también estamos materializando por fin obras que nos gustan mucho”, reafirmó Benítez.
Emerger dentro de una escena que también tarda en crecer
Los tres ven de formas muy particulares al desarrollo de una escena jazz en Paraguay. Entre el optimismo y la gota de realidad, el proyecto va por buen camino, siempre apuntando a crecer.
Por un lado, Julieta percibe “no un estancamiento pero sí una escasez de material en todos los ámbitos en lo que es la música paraguaya, tanto en bibliografía como en audios, investigación, interés, exposición; entonces partiendo desde esa base es que tenemos como una especie de curiosidad por tratar de descubrir todo lo que significa la raíz de la música paraguaya y ver hacia dónde se perfila, porque nosotros hacemos algo más fusionado”.
En la escena musical, pensó: “nos encontramos con un agujero negro, básicamente, entonces es muy complicado y difícil; únicamente creo que a través de la conversación y los debates con personas que saben más que nosotros es que podemos tratar de tener un mayor concepto de eso, pero mi percepción es que vivimos una realidad difícil”.
Magalí llevó su pensamiento a un análisis. Recordó que en 1994 Jorge “Lobito” Martínez grababa su disco “Juego de niños”, uno “muy referencial” para nuestra música, y después “Palito Miranda aparecía con todos sus materiales discográficos, mostrando una sonoridad súper marcada”. Pero, ella observó que desde el fallecimiento de estos dos referentes, “se corta esa conexión y quedan intentos aislados”.
Manifestó que con propuestas como las de Joaju, Pedro Martínez Trío y otros grupos similares “se reaviva eso, pero la ausencia de festivales constantes en el año o de lugares importantes para la escena musical en donde mostrar el trabajo que uno viene haciendo hace que sea difícil ver un crecimiento sostenido en la escena. Lógico que en comparación a 30 años atrás encontramos más discos de jazz paraguayo o latinoamericano, obviamente que no vamos a ir para atrás, espero, pero si ponés a comparar ese crecimiento con un país como Argentina o Brasil, capaz Perú o Chile, nos damos cuenta que el crecimiento no es tal”, opinó.
Como fanático y admirador de la música, a su vez, Jair recordó que si bien en sus inicios no estaba muy metido en el mundo de la música instrumental, podía acceder a conciertos de vez en cuando, por ejemplo siempre y cuando las líneas de colectivo le permitían, ya que él vivía en Luque y eso le dificultaba, al estar todo centralizado en Asunción.
“Para mí meterme a la escena fue como ir evolucionando a la par de lo que veía. Mi contacto con la música instrumental y el jazz nacional no eran muy frecuentes (debido a la distancia o la falta de transporte público), pero empecé a tocar y a estudiar, fui conociendo a Pinchi, Bruno Muñoz, a través de los profes. En ese sentido siento que cada vez hay más proyectos o como que cada vez tienen más exposición. Me parece genial, por ejemplo, la gira que está haciendo Joaju, cosa que no había antes. Si fuera un proceso y este fuera representado como escaleras, siento que se está avanzando”, aportó.
¿Cómo avanzar?
Magalí profundizó al respecto y expresó que, si bien con el grupo han tenido esta oportunidad de desarrollo, no pasa así para muchos otros proyectos. Ella indicó que los artistas deberían pensar si el crecimiento de las diferentes escenas son esfuerzos sostenidos o no.
“Creo que tiene todo que ver con las políticas culturales. Nosotros grabamos un disco porque nos dieron fondos, o si no no lo íbamos a poder hacer ¿Cuántos proyectos están ahí dormidos? Porque aplicar a proyectos ya es casi una cosa de gente privilegiada, tenés que tener una computadora, plata para bancar la rendición de cuentas e imprimir los 500 documentos que te piden. Hay demasiadas trabas y seguro hay gente en el interior del país haciendo cosas increíbles que por esa centralización de la información y las oportunidades no pueden ver la luz hasta que vayan a la capital y consigan un trabajo”, señaló.
“Creo que es una problemática demasiado profunda y se ve como estancamiento o progreso muy lento. Ahora mismo un proyecto como el nuestro no tiene casi dónde tocar y los pocos que hay no tienen buenos tratos, el que hace es porque demasiado quiere, en ese sentido hay que reconocer la labor de Víctor Morel con Joaju que, por ejemplo, sienta precedentes con una gira nacional bastante amplia”, dijo.
Pero si hay algo de lo que ellos están seguros, es de que el camino se traza también con responsabilidad y el deseo de querer hacer las cosas, a pesar de todo. Julieta recordó que desde sus inicios mismos en la universidad, tenían un “sentido de responsabilidad, de querer hacer bien las cosas”.
“A partir de ahí se fue construyendo esto que fue el resultado de algo fuera de la universidad, algo que fue creciendo exponencialmente hasta lograr el álbum, que era algo que nosotros a modo de broma decíamos cuando ensayábamos, pero ahora está sucediendo. Es muy gratificante porque no lo creíamos tan posible, pero varios años después se logra. Seguimos subiendo la vara cada vez más. Ya hicimos una gira por Asunción y ahora apuntamos al extranjero”, afirmó.
Fotografías de Jess Rivas