A su ritmo, Seba Ramírez llegará a Berklee: “Llevo mi identidad como músico paraguayo”

En Ciudad del Este siendo un niño Sebastián Ramírez empezó a soñar con tocar la batería, un instrumento que le conquistó ni bien lo vio por primera vez. Paso a paso, hizo un camino basado en el sacrificio, esfuerzo y también en el goce de poder vivir tocando y enseñando. En su incansable recorrido por seguir aprendiendo, el hoy destacado baterista fue seleccionado “entre un grupo altamente selectivo de candidatos”, según la nota de admisión, para cursar una maestría en el prestigioso Berklee College of Music.

Seba Ramírez convirtió su pasión por la batería en un luminoso camino siempre para adelante.Aldo Coronel
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Por puro amor a la música, en la casa de un pequeño Sebastián Ramírez en su natal Ciudad del Este sonaban bossa nova o jazz, estilos que se mezclaban con las prácticas de piano de su hermana. Sin que él entienda aún, esto empezó a calar profundamente en su interior.

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Fue un día cuando vio a su compañero de escuela tocar la batería en que algo hizo click. “Aluciné, nunca ví algo así”, dijo el paraguayo, quien allí empezó una relación irrompible con la música, que hoy por hoy alcanza un punto alto con la beca que obtuvo para estudiar la Maestría en Música en Jazz Global, en el prestigioso Berklee College of Music, de Boston, Massachusetts, Estados Unidos.

Pero ¿cómo pudo Seba (como lo llaman sus amigos) lograr ser, hasta ahora, el único paraguayo admitido para cursar esta maestría? Su camino desde ese momento en que la batería causó en él semejante impacto hasta el día de hoy se trató de puro esfuerzo como también disfrute, y sobre todo el apoyo incondicional de su familia, que siempre vio en él las ganas de vivir por y para la música.

Tenía 13 años cuando empezó a estudiar en un pequeño conservatorio a la vuelta de su casa. Su primera batería, una Scorpion conseguida entre dinero y trueques, le vio dar sus primeros toques cuando tenía 16. Ya en ese momento, su primer mentor fue el baterista Carlos Leite, quien enseguida se dio cuenta de que Seba daba todo por el instrumento. “Él le dijo a mi papá: este chico necesita una batería de verdad”, contó entre risas, al recordar cómo llegó a tener su primera Pearl.

Antes de terminar el colegio conoció a Oswal González, con quien tomó clases. “Iba y venía de Ciudad del Este a Asunción, de las ganas de querer estudiar”, recordó sobre su travesía en la que ni siquiera se tomaba el tiempo de pasear. Era ir directo del bus a las clases y del bus a su casa en el Este.

Seba Ramírez continuará la expansión de su carrera en los Estados Unidos.

Todos quienes veían en Seba un entusiasmo especial, lo animaban a seguir formándose y él aceptaba todos los desafíos. Su primera tecnicatura en música la hizo en el Centro de Altos Estudios Musicales, en Buenos Aires, Argentina, donde estudió de cerca con el afamado Pipi Piazzolla.

“Yo no tenía idea qué era ser músico y estudiar en ese conservatorio entendí que era mucho más que solo tocar la batería. Estuve ahí del 2007 al 2009, cuando decidí volver a Ciudad del Este. No tenía ni idea tampoco de qué pasaba en Asunción ni si había jazz en Paraguay”, mencionó el hoy ya destacado músico. Pero fue también en Argentina donde estudió con el percusionista Facundo Ferreira, quien abordaba sus enseñanzas en la música de Sudamérica.

Sin parar de buscar salir adelante y hacer eso que le apasionaba, Seba aprovechó la oportunidad de tener familiares en Nueva York. “La idea era intentar estudiar, pero era muy costoso”, mencionó el baterista, quien allí en 2010 se anotó a unos talleres de big band en una escuela llamada New York Jazz Academy. Mientras tanto, su estadía la pagaba “batallando”, buscando lugares dónde ganar dinero.

“Algo muy raro hasta ahora para mí, es que con esa escuela tocamos en el Carnegie Hall. Yo acababa de llegar hace dos meses y sabía que iba a tocar ahí. Yo tenía 21 años, estaba traumado, yo solo quería tocar, no conocí casi nada de la ciudad, me pasaba practicando. Estuve como cinco meses. Tuve que hacer otras cosas para batallar y pagar el alquiler y otras cosas, pero fue una experiencia increíble”, señaló.

En medio de todo eso, entre Ciudad del Este, Buenos Aires y Nueva York, Ramírez conoce al saxofonista paraguayo Palito Miranda, quien lo motiva a estudiar en Asunción. El artista le ofrece mostrarle todo lo que acontecía en una escena jazzística que seguía dando sus pasos. Fue así que luego de regresar, tras estar una temporada enseñando en Ciudad del Este, en 2011 decide venir a la capital.

“Hasta ese momento no había podido generar lo suficiente para poder vivir de la música. No sabía si en Paraguay había gente que vivía de la música. Empezaba a analizar eso porque los padres te cuestionan y yo no tenía respuesta. Mis tíos me decían ¿por qué no seguís otra carrera, por las dudas? Al llegar a Asunción empecé a tocar, pero me puse como meta: si para cuando cumpliera 24 años no puedo vivir de la música voy a dejar todo y voy a hacer otra cosa. Capaz no hubiese sucedido igual. Justo antes de cumplir esa edad empecé a trabajar y a tener estabilidad”, mencionó.

Al frenético pulso del esfuerzo

A partir de ahí las puertas comienzan a abrirse, pero siempre con el factor del afán como base para que las cosas sucedan. Conoció en ese entonces al músico argentino Germán Lema, con quien compartieron el alquiler de una casa en el centro, donde empezó casi sin querer a gestionar Drácena, un espacio cultural que fue parte importante para el desarrollo de la música independiente paraguaya. También, por recomendación de él empezó en 2012 a ser baterista del ensamble de jazz del Centro Cultural Paraguayo Americano.

“Mi gran escuela fue el CCPA como también Drácena, hasta donde empezó a llegar tímidamente la gente. Esa fue mi escuela, mi universidad, el tocar cada semana; entre el CCPA y Drácena fue un buen momento y ambiente para aprender, practicar. Gracias a eso conocí a muchísimos músicos de la escena local e internacional”, reconoció sobre una carrera que se consolidaba.

Drácena fue creciendo exponencialmente, al punto que cada día de la semana albergaba un ciclo específico. Hubo uno en especial que empezó a hacer crecer en Seba una intención, la de involucrarse en ese camino de descubrir nuestra identidad a través de la música. Fue así que en el ciclo dedicado al folclore se conoció con el arpista Juanjo Corbalán, de cuyo cuarteto es hoy día integrante.

Sin perder nunca el deseo de hablar de lo que nos conecta con nuestra ancestralidad, Seba seguirá indagando en la música de raíz paraguaya.

“Recuerdo que de Buenos Aires salí queriendo hacer folclore contemporáneo, y también Palito me metió esa cosa de la música paraguaya. Intenté volcar la información que tenía de otros estilos a cómo hago eso pero con la música paraguaya. Todo esto revivió en 2017 cuando empecé a tocar con Juanjo en el Ciclo de Folclore en Drácena, ahí empecé a experimentar con el set de percusión. Ahí se formó el cuarteto. Ese fue el camino para buscar esa identidad”, detalló.

En el año 2018 hizo un viaje a Yaguarón, donde conoció a Gumercindo Garay, líder de la banda ancestral Peteke Peteke. Los tambores de esta agrupación siempre fueron algo fascinante para Seba, quien terminó comprándose uno y lo introdujo a su set de batería. Así, empezó a navegar cada vez más profundo en las aguas de la música paraguaya.

Incluso, ya su trabajo de grado fue “La batería en la polca paraguaya”, gracias al cual egresó en 2019 como Licenciado en Música con énfasis en Música Popular, por la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción. Más adelante, ya en otra Maestría en Interpretación de Jazz y Música Moderna cursada en el Conservatorio Liceu, de Barcelona, España, que cursó entre 2022 y 2023, presentó el trabajo “¿Jazz paraguayo o jazz en Paraguay?”.

“Ahí empecé a indagar sobre los músicos de jazz en Paraguay, cómo nació el jazz, porque siempre tuve una curiosidad más hasta ahora por lo social y lo histórico. Con la poca bibliografía que había y con entrevistas armé el material. La idea es continuar y que se vuelva un libro”, mencionó.

Capítulo Berklee

Pero para Seba pareciera no haber meta lejana o imposible. Buscando siempre seguir desgranando nuestra música para entender de dónde venimos, fue que apostó por postular a una maestría más que le daría eso que verdaderamente estaba buscando. Fue así que sin esperar nada aplicó a la Maestría en Música en Jazz Global, en el prestigioso Berklee College of Music, también por “buscar más experiencias fuera del país, en otro ambiente y estudiar con grandes referentes”.

Es que en esta maestría tendrá la oportunidad de aprender de grandes como Danilo Pérez, Terri Lyne Carrington, John Patitucci, George Garzone y Joe Lovano. “No estaba seguro de si estaba al nivel”, expresó Seba, quien aplicó también luego de ser motivado por muchas personas de su entorno e incluso por la misma Berta Rojas. Así, tras una ardua selección, envío de videos, pruebas de inglés, entrevistas, le anunciaron que quedó.

Ramírez explicó que esta maestría tiene “un enfoque de mezclar las raíces africanas y raíces de la música de tu país con el jazz, se interesa mucho en mirar tu raíz musical y llevar eso al contexto moderno, y eso es lo que más quería hacer. Además, la mayoría de la gente hace su trabajo final sobre música de su país”.

Justamente, para ser admitido, además de una buena calidad de inglés, le pedían videos demostrativos de él tocando una variedad de obras, como por ejemplo mostrar cómo adaptaría un tema de John Coltrane a un 6x8. “Yo hice Naima, con el tambor de los Peteke Peteke, y también te pedían un tema tuyo y presenté un tema de mi disco, que va a salir dentro de poco y es una noticia que se encima con todo esto”, reconoció con felicidad.

También le pedían presentar tres posibles temas de trabajo para la maestría, para lo cual él propuso hablar del desarrollo del tambor de los Peteke Peteke en la interpretación de música paraguaya, sobre el lenguaje del jazz paraguayo o sobre la identidad de la triple frontera en la música paraguaya. “Allí también expliqué que lo mejor que llevo es mi experiencia y mi identidad como músico paraguayo”, dijo con emoción.

En esa entrevista, que no dejó de ser caótica, porque en medio de todo se quedó sin luz y tuvo que ir corriendo a otra casa a conectarse a internet, pudo hablar con Danilo Pérez y otros directivos de Berklee. Justo Seba menciona a Lobito Martínez como referente y resulta que Pérez no solo lo conocía sino que lo admiraba. “Era la entrevista final y yo estaba muy tenso, pero me esperaron, me hicieron el aguante”, dijo ya con más calma. Ahora piensa en cómo esta experiencia le va a ayudar “a subir un escalón más”.

Deseos de cosas posibles

“¿Qué hago? ¿En qué me metí?” fueron preguntas que igual asaltaron la cabeza de Seba, porque a pesar de toda confianza, siempre tuvo un grado de ser consciente que podía no quedar. “Tuve varios momentos donde dije que no quedaría, casi tiré la toalla incluso al ser aceptado, porque por más que la beca me cubre la matrícula entera, tengo que ver dónde vivir y alimentarme, porque el curso te pide que te dediques 100% en ese un año”.

Es por eso que Seba dispone su cuenta bancaria para quienes deseen apoyarlo, pero también dijo que antes de viajar ofrecerá una serie de conciertos, por lo que pidió que estén atentos a sus redes sociales. Con todo esto, él siente solamente orgullo y también responsabilidad, porque sabe que lleva con él el deseo de muchos otros músicos, de hallanar un camino para que reconozcan a nuestro país. “Siento que es el lugar correcto para ir a llevar nuestra música. Si bien yo estudié mucha música tradicional y la mezclo con jazz, no soy folclorista ultra true”, dijo entre risas, porque reconoció que es “una fusión de estas cosas y eso, en Berklee es valorado. Al llegar obviamente voy a recomendar cosas, hablar de mi cultura, porque ahí tienen apertura y curiosidad para eso”.

Seba Ramírez busca encender en otros horizontes la curiosidad y el encanto por los sonidos paraguayos.

Otra cosa que le llena de ilusión sobre esta experiencia es notar “cómo allá pensarán a la música como herramienta para el cambio social, algo que viví acá tanto con Jazz a la calle y mismo Drácena, que no tenía casi lucro, eran solo esas ganas de mostrar música a la gente. Yo, por más que no tenga una fundación, siempre intenté hacer eso. No conozco otra maestría que tenga esa perspectiva, porque el jazz a veces tiene una visión muy individualista, pero acá es como más social”.

Finalmente, expresó que tiene esperanzas de que tanto este como el logro de otros artistas paraguayos puedan ser valorados y apoyados. “Acá quizás es una escena chica, nos juega en contra que no tenemos infraestructura y no hay circuito necesario para explotar todo lo que se podría explotar, pero hay demasiado talento y ganas de hacer”, cerró.

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