En la tarde del 17 de enero de 1988, Nicolás Ladaga, un joven argentino residente en Paraguay de 31 años, se encontraba en su casa del barrio Herrera de Asunción, junto con su esposa e hijas. Al mismo tiempo, y a casi 50 km de distancia, en la ciudad de San Bernardino, se desarrollaba el histórico Festival Rock San Ber.
Nicolás era un joven muy comprometido con la causa de la libertad y un concierto de la magnitud de Rock San Ber 1988, en plena dictadura, con sus artistas favoritos, y en particular Fito Páez, era muy importante para él. Pero Nicolás era padre de tres niñas, y aunque deseaba con el alma estar ahí, no podía hacerlo. Sin embargo, su pasión por la música era tan grande que no se iba a perder el evento por nada del mundo.
Alistó la sala de su casa con todo lo necesario para disfrutar de la transmisión del concierto por televisión. Puso el sonido a máximo volumen y se dispuso a vivir la experiencia como si estuviera allí mismo.
Cuando comenzaron a sonar los acordes de las primeras canciones, Nicolás se emocionó hasta las lágrimas. Cantó, saltó, gritó y aplaudió como una más de las 20.000 personas que estaban en el Club Nacional, especialmente con las canciones de Fito Páez.
Para él la música era un lenguaje universal que lo unía a sus ídolos y a todos los demás que estaban allí. Era un momento de alegría y libertad, en el que todo era posible.
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Las canciones de Fito y un regalo muy especial
Durante semanas, antes del evento, en su casa no se habló de otra cosa. Nicolás era tan fanático que le contaba a todos de su pasión, y en conversación con un joven vecino de la calle Bernardino Caballero, entre Mariscal López y Guido Spano, este le comentó que iría al concierto y le prometió que lo grabaría para él.
Obviamente, Nicolás se entusiasmó con la promesa, pero no se imaginó lo que el Universo estaba preparando para él.
El día del concierto, el 17 de enero de 1988, su amigo logró ingresar al Club Nacional con un “walkman”, como se llamaba los reproductores de cintas con auriculares, y con él consiguió grabar por completo el concierto del gran Fito en un casete.
Las canciones del argentino quedaron plasmadas en el lado A y el lado B de la cinta, pero con un condimento muy especial. En la grabación no solamente se escuchaba perfectamente al rosarino interpretar sus más conocidos éxitos, y particularmente los de su disco “Ciudad de Pobres Corazones”, sino además las ovaciones y la algarabía del público. Sin saberlo, quizás, el amigo logró cumplir con la promesa de hacer que Nicolás y su familia se sintieran como si hubieran estado en el histórico concierto.
La grabación que se convirtió en la banda sonora de una familia
Al día siguiente, este joven cruzó la calle que lo separaba de la casa de Nicolás y le entregó el casete como obsequio. La alegría que generó este gesto desinteresado de su amigo lo conmovió hasta las lágrimas.
Desde ese día, las canciones de Fito Páez grabadas en el casete durante Rock San Ber se volvieron la banda sonora de la vida de Nicolás, su esposa e hijas.
A 36 años del histórico concierto, la familia de don Nicolás contó esta historia en su honor y espera encontrar al hombre que grabó el concierto para darle las gracias por el obsequio que se convirtió en un tesoro familiar.
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Lo que significó Rock San Ber
El periodista de ABC Color Pablo Guerrero recordó que Rock San Ber no fue solo un festival, sino la expresión de una nueva generación que quería respirar aires de libertad en el país.
“Las dictaduras comenzaban a caer en Sudamérica a inicios de la década del 80: en Argentina, en 1983, y en Brasil, en 1985. Estos hechos políticos permitieron que la buena producción musical de los países vecinos finalmente llegaran al Paraguay, pese a que aún estábamos bajo el yugo del general Alfredo Stroessner”, comentó.
“En enero de 1985 se llevó a cabo Rock in Río en su primera edición en Jacarepaguá organizado por Roberto Medina. Allí estuvieron Queen, Iron Maiden, Yes, Scorpions, Rod Stewart, entre otros. Un grupo de paraguayos asistió al festival más grande del mundo y soñó con una réplica adaptada al Paraguay”, contó Guerrero al recordar un aniversario más de aquellas épicas jornadas veraniegas.
El Festival se llevó a cabo en dos jornadas, el sábado 16 y el domingo 17 de enero de ese año en el Club Náutico de la ciudad de San Bernardino. Además de Fito Páez, uno de los platos fuertes del evento, subieron al escenario Los Hobbies, Miguel Mateos, Zas, y Os Paralamas do Sucesso, ese sábado y el domingo: Onda Corta, RH + Positivo, Roupa Nova y Soda Stereo. “Todos estaban en sus mejores momentos musicales, con lanzamientos nuevos y de gran preferencia”, recordó Pablo Guerrero.
Observación: los redactores de la nota se tomaron algunas licencias narrativas para contextualizar el tiempo en el que ocurrieron los hechos.