El español Pedro Luis Domínguez Quevedo, conocido artísticamente como Quevedo, comenzó a sacar sencillos desde el año 2020. Pero empezó a sonar muy fuerte especialmente en nuestra región desde la “Bzrp Music Sessions, Vol. 52″ (julio 2022) e imaginen que de eso pasó un año y medio. En enero de este 2023 lanzó su álbum debut “Donde quiero estar”, que salió bajo la estela de ese punto alto en el que venía, de la sesión con el argentino Bizarrap.
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Alcanzar el reconocimiento mundial así, de la noche a la mañana, demasiado rápido, es algo que podría marear a cualquiera, más aún a un joven de 21 años (el 7 de diciembre cumplirá 22), edad en la que la juventud empieza a desarrollarse de forma independiente en la vida, donde uno debe tomar decisiones importantes como carrera, trabajo, seguir en la casa de los padres, etc.
Tal vez es por eso que en sus canciones, de corte entre reguetón y trap, habla sobre temas de su día a día, como justamente ese lidiar con la fama, pero también de sus vínculos familiares, de amistad y amor. Como un joven de su edad, con la diferencia de que lo vive todo en el contexto de una sobre exposición apabullante.
Ese marco de canciones trajo aquí con la gira que lleva el nombre del disco y con la que está recorriendo el mundo. El concierto fue más bien simple, con tan solo él en el medio del inmenso escenario, las pantallas y las luces. Las pistas sonaban y el cumplía con las canciones, una detrás de la otra, saludando de vez en cuando, yendo de un lado a otro, con la energía medida, agradeciendo a la gente por su presencia, pidiendo saltos o incluso parando, de repente, para asegurarse de que todos estén bien.
Temas del álbum como “Yankee”, “Sin señal”, “Dame”, “Lisboa”, “Cuéntale”, “Me falta algo”, sonaban en seguidilla, sin mayores preámbulos. Incluyó también temas como “Pero tú”, del álbum “Mañana será bonito” de Karol G o “Sabes (Remix)”, de ALDA y KIKI, donde colabora con otros artistas.
Por supuesto, no faltaron los “mega hits” que han sonado ya no sé si tanto en las radios pero sí por toda internet, como “Columbia”, “Punto G” o la misma sesión con Bizarrap, mientras el “Quédate, que las noches sin ti duelen” resonaba en el aire y el lugar era una explosión de endorfinas.
Un ascenso repentino
Tal vez esa simplicidad a veces deja a uno queriendo un poco más, como algo de carisma o algún diferencial. Pienso en shows como los de Bad Bunny o Rosalía, que si bien no tienen una banda en vivo durante todo el show, sí que plantean conceptos, estética, efectos, bailes o algo que pueda decirnos algo más del porqué es válido presentarse así, sin más.
O quizás Quevedo desee mostrar que esto es lo que es ahora mismo, mostrarnos cómo es ese lugar al que fue catapultado de forma astronómica con tan solo casi tres años de carrera. Ahora está solo en la inmensidad del escenario y tal vez en el futuro haya algo más. Pero ahora está donde seguro quería estar (no sabemos si esperaba que suceda tan rápido) y está lidiando con eso.
Por eso hace ruido lo que afirma en su canción “Me falta algo”, donde dice: “Dormí dos horas anoche, pero habrá que acostumbrarse, no tengo hueco ni pa’ llamar a mamá, ni a mis parces” o también extraña a alguien que ama afirmando que: “La canción pa’ dedicarte solo puede ser trágica, la fama no llena ni la mitad”.
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Pero la gran masa de jóvenes (algunos preadolescentes acompañados de sus padres) que se dio cita a este show lo vivió todo muy intensamente, y es eso seguramente, vivirlo así sin tanto analizar, solo divertirse. Cantan palabra por palabra cada canción, como buscando la confirmación de que su ídolo del momento siente igual que ellos, como una validación. Cantan estas músicas que hablan de corazones rotos, de amores que no pueden ser, del deseo, de amistades, de conflictos, y es que a esa edad eso es lo que importa y está bien.
Finalmente, con todos estos artistas que alcanzan el “éxito masivo” de forma tan instantánea solo queda esperar a ver si resisten la prueba del tiempo. Mientras, la juventud sabe disfrutar, antes de que a sus vidas lleguen otra clase de preocupaciones.