Pero Flou supo aprovechar la ocasión y dio cátedra de potencia y de puesta en escena. Pasaron solo 7 minutos de las 21:00 y el telón se corrió para descubrir unas grandes estructuras de metal que llenaban el fondo del escenario. En el medio se erigía una tarima con diferentes niveles de donde subirían y bajarían los músicos, y servía también de podio para el baterista Guille Gayo.
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Así, con esta escenografía que realzaba aún más la propuesta, la banda atravesó el aire con el intenso sonido de “Romper con el silencio”, una buena decisión para comenzar el show de presentación del álbum “Encuentros únicos”, donde el vocalista Walter Cabrera insufló de una gran energía a todas sus interpretaciones entre una armoniosa voz y gritos punzantes.
“Sin miedo a lo incierto” reza esta canción con la que Flou mostró un gran sonido envolvente, haciendo palpable también la evolución musical de la banda con el correr del tiempo y de los discos. Los riffs endiablados siempre están presentes, así como recursos más electrónicos, algo que vienen desarrollando con más fuerzas desde el anterior disco “Universo inverso”.
Una frenética guitarra a cargo de Bruno Ferreiro abrió la potente “Colisionar”, una canción que habla de energías chocando, algo que pasaba sin dudas sobre el escenario como en todo el teatro en ese intercambio entre músicos y público. Obviamente, el bajo de Fede Wagener no solo sostenía el tempo de manera magistral sino realizaba torbellinos de fuerza desde su lugar. El cuarteto, impecablemente ensamblado, alzó así una muralla de sonido brutal que continuó con “En la dualidad”.
Luego frenó un poco el tempo con “Ocaso”, sin bajar nunca la calidad de sonido, un placer que complace una de las grandes bandas de su género en Paraguay. Con presencia también de sonidos de sintetizador, emitidos por pistas, Flou confirma su compromiso con una búsqueda del equilibrio entre lo crudo y lo elegante.
“Almas quedan abrazadas a mi corazón” cantaron seguidamente con “Almas”, uno de los cortes con el que promocionaron el álbum, y que sigue coqueteando con las programaciones. Después hicieron la inmersiva “Volveré a nacer”, donde las guitarras se tiñen de oscuridad y el canto se vuelve como un hechizo.
Nítidos arpegios salieron girando de la guitarra de Ferreiro sobre un colchón de sólidos graves a cargo de Wagener. Envueltos en la pericia rítmica y métrica de Gayo, un baterista como pocos en este país, nos afirmaron que “todo volverá a estar bien” con “Alpha”. Flou no daba el brazo a torcer con su energía y mantenía a la gente embelesada. El grupo siguió así sin dar “Tregua” para guiarnos hacia “El túnel”, una hipnótica canción que también integra este corpus de nuevos temas.
“Nada será igual” nos traía de nuevo hacia un estado de furia y carácter, mientras entre la gente se veían saltos y cabezas “bangueando”. “Al unísono” y “Mi centro” cerraron la presentación en sociedad y de forma completa de este nuevo trabajo que Flou lanzó ya en 2020, pero que recién ahora pudo ser mostrado como ellos quisieron.
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Siempre volver
El telón volvió a cerrarse, pero la gente sabía que la banda tenía entre manos clásicos que no podían faltar y que sellarían ese reencuentro de la mejor forma, entre el gusto de vivir estos nuevos temas y la alegría de corear esas canciones que acompañan a muchos desde hace tantos años.
Al grito de “¡Flou, Flou, Flou, Flou!”, un cántico que se repitió en varios tramos de la noche, volvió la banda arremetiendo con “Aquí mismo”. La recta final se cumplió con temas como “Sueño en complicidad”, “Ansias” y “A tu lado”, demostrando que Flou es una de las grandes bandas nacionales que sigue navegando entre el metal y el rock, con un lugar sobradamente ganado.
Así se fue una noche diferente pero emotiva, con un paisaje completado por la gente que abrazada o tomada de las manos disfrutó cada minuto, coreando con una intensidad digna de un fan de Flou. Algunos saltaban, otros desataban sus brazos al cielo.
Es que Flou significa muchas historias. Es el tiempo dedicado a terminar esas banderas. Flou es cómo se conoció una pareja o se formó una familia. Es cómo un grupo de amigos sigue firme hasta hoy, gracias a la música. Es el sueño de quienes jugaron a hacer rock y terminaron cumpliendo el sueño. Es ese sueño de unos ídolos sin pose de serlo.
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“Son 22 años de música” dijo Walter en una parte de la noche, una noche en la que se pasó agradeciendo la presencia y acompañamiento a pesar de todo. Agradeció a los fans de siempre, a los amigos, a las familias y a “las nuevas generaciones de rockeros” que estaban presentes en el teatro.
“Siempre habrá un sueño en complicidad” cantan ellos y lo saben. Porque ese será el lugar ganado por ellos y donde la gente seguirá viviendo, siempre del lado de la música con corazón. “Espero que salgan con el corazón lleno”, expresó Cabrera. Y así fue.
Ojalá haya Flou para rato, porque esa noche el grupo dio una lección de un show con sensibilidad, alma y con cabeza, bien pensado y producido, sin caer en la repetición por el peso del paso del tiempo, al contrario, reforzando el sueño y renovando su pisada en la escena.