Explosión de emociones con Louis Tomlinson

La energía contenida desde el anuncio del show (diciembre 2019) se desató anoche en el SND Arena donde, por fin, actuó el músico británico Louis Tomlinson (ex One Direction). El evento fue, sin dudas, inolvidable para un público que supo tener paciencia para vivir un día que todos guardarán en sus memorias.

Louis Tomlinson fue directo al grano en una noche para el recuerdo de sus fans.GENTILEZA
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Fue una noche donde la euforia se desbordó de los cuerpos. Eran alrededor de 5.000 almas electrificadas por las ansias, por las emociones, por el gozo de ver de cerca a ese ídolo popstar que esperaron en un concierto postergado por cerca de dos años y medio.

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Pero, como si esperar desde la mañana (en que muchos fans ya habían llegado al predio), no fuera suficiente, hubo una antesala musical desde las 19:00 con la representación nacional de Iván Zavala. El músico cumplió con sus temas más conocidos como “Te regalo”, “No vale la pena” e incluso tener como invitado a “Chirola” Ruiz Díaz para hacer “En la punta de la lengua”.

Iván Zavala y Roberto "Chirola" Ruiz Díaz.

La sinfonía de gritos despidió con fuerza a Zavala, quien dio lugar a los “invitados” de Louis: el grupo californiano Sun Room, que tiñó de sonidos surf y garage rock a todo el predio.

El cuarteto conformado por Luke Asgian (voz principal y guitarra), Ashton Minnich (guitarra), Max Pinamonti (bajo) y Gibby Anderson (batería) presentó un set sonoramente ajustado y muy enérgico en el que incluyeron temas como “Crush my bike”, “I want you” e incluso una versión de “Blitzkrieg bop”, del grupo de punk rock The Ramones.

El grupo salió decicido a mostrarse tal cual y a ganarse el cariño de este público y así lo hicieron. Una albirroja voló al escenario y Luke no dudó en sacarse la remera para vestir el nuevo regalo, para desatar mucha más euforia. “¡Muchísimas gracias! ¡Amamos demasiado a Louis!”, expresó el cantante, para unirse en sentimiento hacia quien vendría luego.

Luke Asgian, voz y guitarra de Sun Room, emanó un carisma natural y encantador.

Se despidieron y empezaron a bombear más fuerte los corazones, pero también a escucharse más fuerte el pedido de “¡retrocedan, retrocedan!” para quienes estaban en VIP. Es que una apretujada marea humana generaba desmayos y malos ratos, siendo que en la noche la única meta era disfrutar y pasarla bien.

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El momento esperado

Una vez más o menos organizado eso, la espera seguía. Cuando el reloj marcó las 21:11 se apagaron las luces y saltaron a escena los cuatro virtuosos músicos que acompañan a Tomlinson en batería, guitarra, bajo, teclados y coros.

La ola de gritos fue brutal y alcanzó niveles incalculables de estruendo, algo que traducía, tal vez, todo lo que este “fandom” contuvo por tanto tiempo, desde que Louis lanzó su álbum debut “Walls” en 2020, siendo el último One Direction en lanzar su carrera como solista desde la separación de la banda a fines de 2015.

Si la audiencia, conformada en su mayoría por mujeres entre adolescentes y jóvenes, no se desplomó en un desmayo generalizado, fue por la fuerza que necesitarían por las siguientes casi dos horas que duró el concierto del británico, quien arrancó bien “mid-tempo” con “We Made It”, del citado disco.

Escucharlo claramente era una tarea que se dificultaba, ya que el público estaba decidido a cantar con él palabra por palabra, tal como él mismo pidió para luego seguir el show con un recuerdo temprano a la “boyband” que lo vio hacerse famoso: “Drag Me Down”. El tema resonó entre rockeros riffs en todo el SND Arena.

Brazos en alto todo el tiempo, Tomlinson guió a la marea humana que fue a escucharlo, hacia la felicidad.

“¡Paraguay, grita!” y “¡Gracias, gracias!” eran palabras y frases que constantemente repitió Louis, en tanto se movía de un extremo a otro, como dando toda su energía para hacer una maratón por el escenario para estar cerca de cada sector y poder cumplir con cada lado.

La nostálgica “Two Of Us”, dedicada a su madre fallecida en 2016, sonó después con un coro que esta vez sirvió, para él, de contención. “Always You” y “Too Young”, también del álbum, siguieron sumándose al setlist, para luego entregar “Changes”, un tema que aún no lanzó pero donde los fans demostraron su fidelidad conociendo y coreando al unísono.

Un gran pasaje musical al final de esta canción hizo que podamos disfrutar también de sus músicos como protagonistas, quienes demostraron una solidez y el porqué del impecable sonido de las canciones de Louis en vivo.

Caminando en todo momendo de punta a punta del escenario, Louis parecía cumplir más con los gestos y los brazos en alto, señalando a sus fans y mirando, que dedicando palabras. Es quizá la conexión que tienen en su mundo las “Louies” con él, quien casi sin mediar palabras prosiguió a entregar más temas, para honrar el tiempo que tenían.

No obstante él se dio sus gustos cantando “7″, de la banda galesa de rock Catfish and the Bottlemen y cuyas influencias pueden notarse en algunos temas. Nuevamente al final dejó a su banda luciéndose y abandonó el escenario. Como un rayo Tomlinson desapareció para luego volver, gritos desesperados mediante.

Grandes pantallas permitían amplificar la imagen del cantante británico y sus músicos.

Sonó “Fearless”, nuevamente en clave balada rock, para desplegar el mensaje de no olvidar vivir sin miedo de las opiniones de los demás, en tanto ondeaban banderitas donde brillaba el arcoiris LGBT, como un himno a una nueva generación que entiende de empatía y unidad.

“¡Les amo!” añadió después, para demostrar que solo necesitaba decir eso para desatar reciprocidad. “¡Louis, Louis, Louis!” retribuían los gritos, cuando parecía sentirse un final con temas como “Only the Brave”, “Habit” y otra todavía no lanzada: “Copy of a Copy of a Copy”, pero conocida al dedillo por sus fieles.

Después de otra conquistadora “Defenceless”, con penetrantes sonidos de percusión, hubo un gran trance de guitarra eléctrica donde empezó otro homenaje de Louis a otra banda: Kings of Leon, con su “Beautiful War”.

De este pasaje de gran fuerza rockera viajamos a una guitarra acústica que antecedía al himno poprockero “Little Black Dress”, de One Direction, siendo la segunda referencia a sus inicios, de aquella banda que compartió con Harry Styles, Zayn Malik, Liam Payne y Niall Horan.

Tomlinson se despidió con el tema que da nombre a su disco: “Walls” (coescrita con el ex Oasis, Noel Gallagher), donde eleva su voz ante los desafíos, afirmando que los “muros” ahora no son nada y él se siente mucho más alto que cualquier cosa que podría detenerle.

Despedida y desesperación. Las luces apagadas, no obstante, eran la evidencia de que habría un punto final definitivo. Bastaron unos minutos para que el inglés vuelva para pedir que le escuchen y pueda decir: “¡Ustedes estuvieron perfectos para mí esta noche!”.

Las luces fueron también protagonistas de un show que hizo explotar de emoción a la gente.

“Through the Dark” (One Direction) y “Kill My Mind” (que abre ‘Walls’) ponía un final, esta vez sí, por todo lo alto, entre pirotecnia y papeles picados. “¡La única razón por la que hago esto son ustedes!”. Más delirio y esta vez por el inminente adiós.

“¡Sí se pudo!”, repetían a gritos, mientras las luces se encendían. Lágrimas, abrazos y emoción por cumplir un sueño que tuvo como tiempo de espera tantos años en medio de muchos cambios, transiciones de edad y de personalidades. Fue, más allá de todo, una celebración para los fans. Una celebración a las amistades formadas a través del amor a la música, un homenaje a la resiliencia y una noche para cumplir sueños.

Fotografías: Gentileza G5Pro / Seba Sorera.

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