Esta tercera edición, que volvió a realizarse siete años después de la última, tuvo como protagonistas a bateristas de diversos estilos quienes entregaron lo mejor de sus propuestas.
Con un componente tierno y que confirma que hay un futuro prometedor en la batería es como comenzó este festival. El primero en romper el hielo, con mucha soltura y seguridad, fue el pequeño “Mauri Drummer”.
Él tiene solo 4 años pero ya toma los palillos y golpea bombos y platillos con una solvencia gratificante. Si bien recién comienza a transitar este mundo musical, se puede advertir que tiene todo para ser un gran baterista. Sobre pistas de temas como “What’s My Age Again?”, de Blink 182, o “Gangnam Style”, de PSY, Mauri demostró de qué madera está hecho y, sin dudas, se llevó muchos aplausos.
Luego llegó el turno del baterista Gonzalo Resquín quien llevó a la platea de paseo por Latinoamérica y su folclore. Acompañado de Pedro Martínez (guitarra), Bruno Muñoz (saxo) y Chino Corvalán (bajo), este artista que empezó de forma autodidacta pero que se formó en el Conservatorio de Tatuí, Brasil, dio muestra de que lleva los ritmos latinos en la sangre pues fluyen naturalmente a través de su toque.
Su repertorio fue una travesía por obras como “Polka Blues”, “Ndajekehái de mi suerte” y “Campamento Cerro León”, pasando así de una música paraguaya abrazada por lo universal a un espacio para recordar lo tradicional pero demostrando dentro de ello las posibilidades del ritmo.
Siguió con “Marina”, el festejo peruano “Macondo” y “Karai pyhare”, todas de Martínez, en un cruce explosivo entre el folclore y el jazz. Mientras afuera empezaba a llover adentro Gonzalo inundaba el teatro con su personal festejo a la música latinoamericana con la samba “Linha de passe”, poniendo la firma de que es uno de los mejores bateristas de su generación.
De la región latina emprendimos vuelo hacia un territorio plagado de rock y sonidos electrónicos de la mano de Sergio Medina, también luthier de baterías, y quien juntó en el escenario a Gustavo Luque (guitarra y voz) y Jorge Melgarejo (bajo), con quienes conforma Limón Sutil.
Tras agradecer a sus maestros Nene Barreto y Bernardo Martínez, Medina disparó una pista sobre la cual tocó primero como solista para llevarnos a otro polo sonoro. Seguidamente ingresaron sus compañeros para entregar temas como “El secreto” y “Naranja Party”, de Limón Sutil, haciendo también un guiño a Led Zeppelin, estando a la altura del evento gracias al desenfado y desparpajo de rock, y haciendo de su show una experiencia inmersiva.
Una demostración total de estudio, investigación e historia fue la presentada seguidamente por Seba Ramírez, un apasionado y quien está en constante búsqueda, intentando demostrar todos los sonidos posibles de la batería.
Comenzó solo sobre una pista de un ritmo de una etnia africana, como haciendo un viaje histórico desde los comienzos del ritmo. Seba encendió al público pues desafió con su talento y técnica a una gran complejidad rítmica.
Haciendo también un homenaje a nuestro folklore tocó “Ahendu nde sapukái” y “Galopera”, para luego meter al público en otro estado de ánimo más melancólico y etéreo con “Perromántico”, pieza que compuso para su perro. Aquí ya estuvo acompañado de la excelente presencia de Paula Rodríguez (bajo) y Víctor Álvarez (piano) con quienes conforma un trío que considero un lujo ver en escena por su conexión multidimensional. Cerraron con “Piscis Mood”, de Mar Pérez, coronando una de las propuestas más completas y rompedoras del festival.
Además, destaco que no haya olvidado a las mujeres bateristas a quienes animó a que se acerquen al instrumento, como también animó a los organizadores de eventos a que no dejen de mirar hacia el otro lado para incluir en sus grillas a talentos del otro sexo.
El evento cerró con la energía por todo lo alto de la mano de Hernán Comas, actual baterista de la banda de thrash metal Patriarca, quien tocó también un set solo sobre temas emblemáticos internacionales. Su paso fue el ideal para poner fin a este festival ya que desplegó una energía brutal deshaciéndose en fuerza sobre su batería Sonor. Hernán se llevó con creces los aplausos de un público encendido y que disfrutó de cada tramo de este ecléctico Osunu.
Fue, en todo sentido, una celebración a la batería vertida en diferentes corrientes musicales. Lo positivo es que hay una exploración y un estudio del instrumento cada vez más profundo, lo que nos lleva a entender su importancia para la historia de la música. El Osunu dejó así retumbando en el aire el sonido de cada instrumento.
Fotos gentileza: @juanmus @redebalde.avcs