Fátima Abramo Acuña es una trombonista y compositora paraguaya cuyo camino se está construyendo a base de compromiso y dedicación ya sea con la interpretación, con la composición como también con la docencia.
La artista, quien se acercó de niña a la música a través de las seis cuerdas de la guitarra en el Conservatorio Nacional de Música (Conamu), se enamoró luego del trombón por el lado “juguetón” de los sonidos. Ella recordó que gracias a su profesor, el destacado músico y docente ya fallecido Andrés “Mickey” Vallejos, ingresó al mundo de los bronces. La trompeta, el trombón, la tuba y el corno desfilaron ante los ojos de Fátima, quien aún no tenía “bien definido” qué camino tomaría.
“Un alumno hizo como un efecto de ‘glissando’ con la vara del trombón y salió algo parecido a lo que sonaba en los dibujitos animados de ‘Tom y Jerry’, entonces eso automáticamente me llamó la atención”, por lo que de esa manera “tan simpática” y guiándose por la chispa de los dibujitos animados ella eligió el trombón. “Lo que empezó como un hobby o un juego se convirtió en mi vida profesional”, confirmó.
El vuelo de “Trazos del Sur”
Tenía aproximadamente 25 años cuando empezó a experimentar con la composición de algunas músicas o de arreglos para ensambles del Conamu, pero el hecho que la llevó a comprometerse seriamente fue cuando hubo una oportunidad de presentar una composición para el Festival Trombonanza, que se realiza anualmente en Santa Fe, Argentina.
Fue en 2015 cuando dio a luz a “Trazos del Sur”, para la edición de ese año del evento, pero su obra no ganó. Eso no desanimó a Fátima, quien recibió devoluciones de los maestros para ser consciente de en qué cosas podría mejorar su composición. Mantuvo la obra guardada y el año pasado, cuando Berta Rojas estrenó su concurso Jeporeka, la trombonista volvió a concursar con sus “Trazos…” y fue seleccionada. Pero esa nueva versión fue una que ella trabajó “con mayor madurez musical”, admitió. Sin bajar los brazos y siempre desafiándose volvió a Trombonanza con la nueva versión de su obra y ahí ganó. “Es una obra inspirada en aires paraguayos y en aires argentinos como un homenaje a lo que es Trombonanza”, explicó la artista.
Con todas estas motivaciones, habiendo ganado en Jeporeka y en Trombonanza, fue que a finales del año pasado vio que el Festival Internacional de Trombones abrió su concurso y ella decidió presentarse. “Fue así que gané entre los seleccionados para que se ejecute ‘Trazos del Sur’ en los Estados Unidos” y también eso le dio la oportunidad de participar dentro del curso de composición que ofrece el festival.
Finalmente, la coronación de este camino se dio este mes de julio, cuando Fátima voló a los Estados Unidos para vivir en primera persona la experiencia, entre aprender con grandes maestros del trombón y el ver cómo el 17 de julio el Coro Femenino Internacional de Trombones hacía sonar su pieza. Ellas, dijo, “son profesionales que se dedican a ejecutar y enseñar el trombón”, por lo que todo esto fue como “coronar todo el trabajo que vengo haciendo; todo lo que ya batallé también como mujer acá con el instrumento en el que gracias a Dios ahora tengo el respeto de todo el mundo”, resaltó.
Un futuro para el bronce
El hecho de que su composición para trombones allá cruzado fronteras llegando lejos, para ella significa que “estamos haciendo bien las cosas en nuestro país”, a pesar de que “todavía falta mejorar en cuanto a lo que es educación musical en Paraguay”, consideró.
Abramo manifestó que esa declaración no es algo que dice “para menospreciar ni mucho menos” el trabajo en cuanto a lo musical en el país, sino que espera que sea algo que haga tener consciencia de que “lo nuestro también puede generar grandes satisfacciones y orgullo”.
Si bien la educación musical “necesita ser modificada” o “evolucionar”, sí la música “está teniendo un progreso bastante notorio”. “Mi formación fue exclusivamente en Paraguay. Para componer no tengo estudios en otros lugares, sino que fue solamente con lo que estudié aquí en Paraguay”, lo que “quiere decir que también las cosas se pueden hacer bien acá”.
Luego de vivir toda esta experiencia, admitió que las motivaciones van más allá de solo para su carrera como compositora, ya que ver tanta gente profesional le generó un impacto positivo. “Me motiva a replantearme en mejorar, en seguir tocando, en dar lo mejor para mis alumnos. De que, a pesar de todos los obstáculos que podemos tener en nuestro país en cuanto al arte, a la música, todo se puede lograr”, subrayó. Otra motivación, planteó, es el deseo de que “nuestro país tenga un mayor nivel en cuanto a instrumentistas de bronce específicamente para trombón y que tenga una escuela definida”.
“Puedo ser mejor trombonista, mejor compositora, puedo dar por sobre todo lo mejor de mí a mis alumnos. Eso es lo que quiero que ellos sientan, que sean grandes intérpretes. Ellos son mi motivación realmente y ahora voy encontrando mayores horizontes”, finalizó.