Con la candidez de un maestro y la tenacidad de un soldado, así escuchamos a un cercano Ismael Serrano, desde su primera visita a nuestro país, allá por octubre de 2005.
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente (o muchas canciones han regado su siembra). Porque volvería para una serie de conciertos: en abril de 2006, en el Centro Paraguayo Japonés; en octubre de 2008, en el Centro de Convenciones de la Universidad Americana; y en julio de 2011, para un intimista recital en el Teatro Municipal de Asunción.
Esta vez, su público más fiel puede volver a disfrutarlo el próximo viernes 12 de julio en el Teatro del Hotel Guaraní, en el centro de Asunción. En la ocasión, traerá los nuevos sonidos de su álbum acústico Todavía (2018).
Lea también: Ismael Serrano: un cantautor de realidades
En entrevista telefónica desde España, el artista no oculta a ABC Color sus ansias por retornar. “¡Hace tiempo que no vamos!”, es lo primero que dice, mientras se dispone a llevar adelante su flamante gira que -además de nuestra capital- incluye varias ciudades de España, Argentina y la capital del Uruguay.
Para Serrano, sus raíces son el cimiento de la presente gira. “Estamos inmersos en la gira de un disco acústico que se llama Todavía, después de haber emprendido la gira aniversario de los 20 años, llamada Hoy es siempre, que fue una gira de una producción muy sofisticada; decidimos volver a las esencias y celebrar también este aniversario volviendo a la raíz”.
-¿Cuáles son las principales raíces que alimentan la inspiración?
-El disco se llama Todavía porque supone repasar viejas canciones que al día de hoy, para mí, siguen teniendo vigencia, que cantar sigue teniendo el efecto terapéutico que tenía cuando empecé. Uno sigue teniendo el mismo vértigo al subirse al escenario; sigo percibiendo esas primeras emociones con las que un día decidí dedicarme a la música y eso es un poco lo que refleja este disco, esa sensación.
-En la cosecha de esas raíces fuiste sumando muchos aliados…
-La música es casi una terapia que te ayuda a convivir con tus miedos, con tus dudas. Escribir canciones es como un diálogo con uno mismo en el que uno hace repaso de lo vivido, de la gente que uno se ha encontrado, de las experiencias que de alguna manera te han marcado y, al día de hoy, ese ejercicio sigue teniendo un gran valor para mí. Me pase en el trabajo, me pase al subirme a un escenario y, sobre todo, al contar historias, que es lo que más me gusta, ¿no? Contar historias sobre un escenario. De hecho, para mí un concierto no es una mera superposición de canciones, también es un relato en sí mismo, un recital. De manera que me gusta mucho darle un carácter teatral y contar historias entre canción y canción, contextualizarlas, presentarlas tratando de darle un vuelo poético que tiene en su contenido.
-El álbum incluye momentos condicionales como Podría ser, pero también frases que te definen y se instalan en el presente, como Amo la vida y Ahora…
-Sí, yo creo que aunque la nostalgia es un territorio fértil para escribir canciones. Yo creo que la música nos ayuda también a afrontar el presente y el futuro, a levantar la mirada y a tratar de construir un camino, ¿no? Por lo menos a mí es para lo que me sirve la música. Fundamentalmente la música sirve para sentirse menos solo.
Yo creo que toda persona que sube a un escenario lo hace porque tiene un miedo patológico a la soledad y necesita sentirse acompañado en el día a día, para darle una poesía, para tratar de encontrar en lo cotidiano esa poesía que no siempre somos capaces de ver. Y, sobre todo, en el presente, en lo que nos toca vivir, para afrontar el futuro sintiéndose más fuerte. Yo creo que cuando uno se siente acompañado, se siente más fuerte ante la adversidad.
-En más de dos décadas, desde los tiempos de Atrapados en azul (1997), fuiste testigo de muchos cambios sociales, políticos, económicos…
-Sí, es verdad, soy consciente un poco del privilegio que supone que después de haber pasado veinte años seguir editando música, y es verdad que en estos veinte años han pasado muchas cosas. En lo profesional he tenido la oportunidad de viajar y conocer a gente extraordinaria. He tenido la oportunidad de compartir escenario con referentes con los que he crecido, como Serrat, como Sabina, Mercedes Sosa… artistas que yo siempre he admirado en la distancia y con los que, de repente, me he visto cantando.
Y luego, es verdad, nos ha tocado vivir momentos en lo político, y en lo personal, importantes. Es curioso porque en lo político uno siente que ha vivido un cierto retroceso, en términos generales, tanto en Latinoamérica como en Europa. En España aparece la extrema derecha ocupando cargos institucionales. Europa es una institución frágil en la que no se sienten reconocidos sus habitantes. Vivimos en un periodo de historia en el que en España nuestros hijos van a vivir en peores condiciones, peores salarios, menos derechos laborales… Sí, resulta un tanto inquietante, quizás por eso es más urgente que nunca escribir canciones que nos ayuden a recordar que no estamos solos y que no debemos abandonar los sueños.
-Y el desafío creativo: la capacidad de reinventarse y seguir disfrutando del camino…
-Bueno, ese es el reto. El gran peligro es perder la permeabilidad a la hora de escribir, sobre lo que te toca vivir, perder la permeabilidad en lo musical en cuanto a los proyectos y mirarse demasiado el ombligo y perder la mirada hacia los otros y hacia lo que te rodea. Desconectarte de la realidad y desconectarte del público. Quizás el reto es no caer en ese ‘ensismamiento’ en el que a veces el artista puede caer, claro.
-Entre los cambios de los que formaste parte se incluyen los de la industria discográfica. Veinte años después, con el reinado del ‘streaming’... ¿Ves en ello un avance?
-Bueno, por un lado sí hay un avance positivo porque te permite el contacto directo, sin intermediarios con el público,. Internet nos conecta y nos permite acceder a mucha información, pero convengamos que está un tanto sobrevalorado y hay un cierto fetichismo que nos impide ver que no todo lo que nos ofrece Internet y sus redes es positivo. En el sentido de que estamos perdiendo capacidad para profundizar un poco en el mensaje: nos estamos quedando en la superficie. El caudal de información es tan grande en Internet que surfeamos en la información pero no nos sumergimos en ella y encontrar una información que realmente nos resulte interesante pues tampoco es tan fácil.
Y yo creo que sí está condicionando nuestra forma de relacionarnos. A mí, por ejemplo, me gustan los discos conceptuales, me gusta el disco como obra en conjunto, como concepto creativo y eso se está perdiendo porque se impone el consumo de canciones aisladas. Yo creo que sí, está cambiando nuestra forma de relacionarnos con la música pero también, en general, con todo tipo de propuesta cultural. Y está haciendo que perdamos capacidad de análisis y de crítica porque todo es objeto de consumo fugaz.
Internet impone eso: la fugacidad de las cosas en redes sociales e Internet es brutal. Yo creo que hay que saber manejarlas con un cierto criterio porque hay cosas que deberíamos cuestionarnos: la pérdida de nuestra privacidad, de nuestra intimidad en Internet a la superficialidad con la que nos relacionamos unos y otros, y también con lo que escuchamos y lo que leemos.
Cada recital de Ismael Serrano en Paraguay tuvo un encanto especial. En parte, gracias a la afinidad de su público, pero -sobre todo- a la predisposición del artista a ofrecer su abanico de amplia versatilidad escénica.
¿Cuál es el recuerdo que lleva Ismael de aquellos encuentros? “Es verdad que en Asunción hemos vivido momentos muy bonitos porque he tenido la oportunidad de hacer grandes amigos… recuerdo las veces que tuve la oportunidad de encontrarme con Hugo Ferreira y con otros cantautores del país. Hace tiempo que no volvemos y regresamos con muchas ganas porque supone encontrarnos con esos amigos y con ese público; y han sido muy calurosas las visitas. ¡Ojalá pudiéramos darle más continuidad a nuestra relación con el público paraguayo, porque las veces que hemos ido nos ha ido muy bien!”.
PARA AGENDAR ISMAEL SERRANO EN PARAGUAY Viernes 12 de julio de 2019, en el Teatro del Hotel Guaraní Entradas a la venta en la Red UTS, desde G. 200.000 y hasta G. 510.000.